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Los riesgos a mediano plazo del Brexit

Los riesgos a mediano plazo del Brexit

Finalmente el Reino Unido abandonó la UE el pasado 31 de enero dando paso a un año  en el que acometerá esfuerzos para concretar un acuerdo comercial que regiría formalmente  las relaciones económicas y financiera entre ambos bloques.

El principal problema que ocasiona este hecho es asumir los riesgos que conllevarían el mal diseño de tal tratado –el comercio del RU hacia la UE representa la mitad de sus intercambios de bienes y servicios hacia el mundo – producto del poco plazo que planea tenerse para ello– se ha puesto como fecha límite este fin de año. Ello sin mencionar los costos adicionales que se tendrían hasta la firma de dicho tratado en términos de incertidumbre política y económica, que desde que explotó el Brexit en el 2016, le habrían costado al país británico al menos US$ 169,000 millones, según estimaciones de Bloomberg.

Pero hay un factor adicional que no están considerando varios analistas y líderes de opinión en torno a discusión sobre los posibles impactos que tendrá en el RU y en el mundo dicha salida: el timing en el que se dará el Brexit. Un reciente artículo publicado por Project Syndicate, que compartimos líneas abajo, da mayores luces sobre el peligroso contexto en el que el país está abandonando el mercado único aduanero.

Así, el cambio climático y la amenaza de China de cara al desarrollo futuro de las democracias liberales, hecha palpable recientemente con el conflicto en Hong Kong (ver Lampadia: Persiste la lucha por la democracia en Hong Kong, El afán de China sobre Hong-Kong y las consecuencias que este trae), plantean muchos retos para la comunidad internacional. Una desafección por parte del RU hacia ambos problemas, que podría hacerse evidente al salir de la UE, no haría más que reducir aún más las pocas posibilidades de emprender una estrategia política que permita frenar ambos fenómenos frontalmente entre varios países. Esto es altamente probable dada la adherencia que tiene el primer ministro Boris Johnson con el pensamiento de Trump, que, entre otras cosas, desprecia abiertamente la existencia del cambio climático (ver Lampadia: Persiste el calentamiento global).

Esperemos que el mencionado tratado a ser firmado entre el RU y la UE sopese y considere de alguna manera la defensa de los principios democráticos y persista en desarrollar mecanismos entre ambos bloques para luchar contra el cambio climático. Esto es fundamental si es que no se desean perder más iniciativas globales que defiendan abiertamente ambas banderas. Lampadia

Gran Bretaña entra a lo desconocido
Chris Patten
Project Syndicate
30 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

En comparación con las amenazas planteadas por el cambio climático y la hostilidad de China hacia la democracia liberal, las consecuencias del Brexit pueden parecer mucho menos significativas. Pero el Reino Unido ha elegido un momento extraño y peligroso para decidir ir solo.

Un profesor de historia de mi escuela creía que cada gran evento en el pasado debería abordarse sobre la base de un análisis tripartito de sus causas, pretextos y resultados. Los enumeraría en columnas en la pizarra, y luego tendríamos que aprenderlos de memoria: las causas de la Guerra de Sucesión Española del siglo XVIII, los pretextos para la Revolución Francesa, los resultados de la Guerra de Independencia de los EEUU, y así.

Por supuesto, la vida y los estudios posteriores nos enseñan que las cosas no son tan simples. Las causas pueden ser una combinación de accidente, ambición y coincidencia, junto con cambios económicos, sociales y tecnológicos más profundos. Los resultados pueden ser igualmente difíciles de medir de forma ordenada. Después de todo, la historia rara vez cierra, y es difícil saber cuándo comienzan y terminan los efectos de un gran evento.

En ese sentido, la salida del Reino Unido de la Unión Europea a las 23:00 GMT del 31 de enero es probablemente el evento político nacional más importante de mi vida. Los entusiastas de los brexiteers están furiosos porque Big Ben, el reloj icónico del Parlamento de Westminster, no puede sonar para marcar este evento debido a reparaciones que se han retrasado mucho. Actúan como si este fuera otro agravio para agregar a la larga lista que ha sostenido su campaña.

¿Pero qué se supone que debemos celebrar? Nadie parece saber lo que viene después. El futuro está envuelto en gofres, ilusiones y el tipo de mentira que en estos días parece no tener ningún precio político.

Para empezar, los brexiteers descartan abiertamente la cuestión de los costos. Bloomberg Economics estimó recientemente que el Brexit ya le ha costado a la economía del Reino Unido £ 130,000 millones (US$ 169,000 millones) desde el referéndum de 2016, y que el país será más pobre en £ 70,000 millones para cuando finalice su período de transición el 31 de diciembre. Otras fuentes creíbles han producido figuras similares.

¿Pero por qué creer algo que contradiga el fervor cuasirreligioso del Brexit Gran Bretaña? Los brexiteers consideran cualquier estimación económica no deseada como un intento de desalentar al país. En cualquier caso, insisten, sea cual sea el costo, en que recuperamos nuestra libertad. Que hemos retomado el control.

Según el canciller de Hacienda de Gran Bretaña, Sajid Javid, el Reino Unido evitará alinearse con las regulaciones de la UE cuando abandone el bloque. En lugar de ser un tomador de reglas en el mercado único o la unión aduanera, será un hacedor de reglas. Pero en 2016, cuando era ministro de negocios, Javid cantó una canción diferente, argumentando que Gran Bretaña enfrentaría “una década de estancamiento y duda” si abandonara la UE. Entonces, después del Brexit, quizás tomaremos el control de una nueva narrativa que niega lo que previamente habíamos pensado y discutido.

Aparentemente, también podremos prometer una cosa en Bruselas y otra en Belfast. El acuerdo de divorcio del primer ministro Boris Johnson con la UE abrazó un acuerdo explícitamente rechazado por él en el pasado y descartado por su predecesora, Theresa May, porque parece dividir el Reino Unido en el medio del Mar de Irlanda. Hasta que el Reino Unido haya acordado un futuro acuerdo comercial con la UE, Irlanda del Norte permanecerá en efecto en la unión aduanera del bloque y tendrá que aplicar controles sobre los bienes que se mueven entre sus propios puertos y el resto del Reino Unido.

Funcionarios de la UE dicen que no puede haber retrocesos, pero Johnson retrocede de todos modos. Irlanda del Norte puede, le dice a la gente de allí, estar dentro y fuera de la unión aduanera. La iglesia cristiana primitiva solía discutir sobre algo llamado consustancialidad cuando debatía la naturaleza de un Dios tres en uno. Quizás esto es lo que los brexiteers tienen en mente. Irlanda del Norte entrará y saldrá al mismo tiempo: un verdadero milagro.

¿Y el acuerdo comercial que el Reino Unido negocia con su mercado más grande será un conjunto de acuerdos cercano o distante? Solo dos cosas están claras. Primero, no podremos acordar nada amplio, detallado y sofisticado para fines de 2020, cuando Johnson quiere que se complete el acuerdo. En segundo lugar, un mayor acceso tendrá el costo de una mayor alineación con las normas de la UE. No hay forma de evitar ese hecho.

Queda por ver si algo de esto importará, y si el Partido Conservador, eventualmente pagará un precio político. O tal vez tales preocupaciones incluso serán olvidadas cuando enfrentemos dos amenazas mucho más grandes en el siglo venidero.

La primera de ellas es el cambio climático y la lucha asociada para lograr que los líderes mundiales se unan para tomarlo en serio. El presidente de los EEUU, Donald Trump, dice que hablar sobre el calentamiento global es simplemente un negativismo extremo, y la mayoría de sus colegas republicanos parecen estar de acuerdo. Además, los líderes en Brasil, Australia y otros países se refugian detrás de los prejuicios que desafían a la ciencia de Trump, incluso cuando las temperaturas y el nivel del mar aumentan y los incendios arden. Cualesquiera que sean los efectos del Brexit, algunas de las consecuencias del cambio climático ya son evidentes.

En segundo lugar, Gran Bretaña celebrará su gloriosa independencia de las complicaciones de la cooperación internacional en un momento en que la hostilidad intelectual, política y económica entre el liderazgo comunista de China y las democracias liberales se vuelve cada vez más clara. Si la democracia liberal va a sobrevivir, debe defenderse por sí misma. Y no debemos ilusionarnos: las sociedades abiertas bajo el imperio de la ley, desde las Américas hasta Europa, África y Asia, están en la mira hostil de China. Occidente no debería apuntar a rodear o escribir en China. Pero las democracias liberales no pueden permitirle distorsionar las normas internacionales a su favor.

En comparación con estos enormes desafíos, las consecuencias del Brexit pueden parecer mucho menos significativas. Pero el Reino Unido ha elegido un momento extraño y peligroso para decidir ir solo. Lampadia

Chris Patten, el último gobernador británico de Hong Kong y ex comisionado de asuntos exteriores de la UE, es canciller de la Universidad de Oxford.




EEUU amenaza con aumentar aranceles a China

EEUU amenaza con aumentar aranceles a China

Como hemos escrito anteriormente en Lampadia:  Desaceleración global es altamente probable en 2019 , El Perú crece por debajo de su potencial, el desempeño futuro del conflicto comercial EEUU-China es sumamente importante en la coyuntura económica internacional porque podría comprometer el crecimiento de muy corto plazo de países emergentes como el Perú, siendo ambos países sus principales socios comerciales. Por ahora el precio del cobre ya bajó.

En esta línea, el pasado 5 de mayo afloraron en las redes sociales dos inusitados tuits del presidente de EEUU, Donald Trump, que amenazaban a China con imponer una mayor carga arancelaria – 25% para ser exactos –  tanto a las importaciones chinas con menor gravamen (10%) – valorizadas en US$ 200,000 millones – como a aquellas inafectas – valorizadas en US$ 300,000 millones –, a puertas del cierre de las negociaciones de un acuerdo comercial que parecía ya tener la aprobación de ambos países hasta hace unos días.

Y las reacciones en los mercados financieros internacionales no se hicieron esperar. Desde Wall Street, pasando por las bolsas de valores de Europa, y las de Asia reportaron notables pérdidas en los últimos días; mientras que el dólar ganaba terreno frente a importantes divisas como el euro y el yuan, y lo correspondiente también sucedía con las monedas de los mercados emergentes, incluido nuestro sol.

¿Qué motivaciones hay detrás de las reacciones del presidente Trump? Pero más importante aún, ¿están realmente justificadas a la luz del futuro bienestar del país americano?

Un reciente artículo publicado por The Economist (ver artículo líneas abajo) señala lo siguiente respecto a la primera pregunta, Trump podría haber pensado que su amenaza aumentaría la presión sobre China, ayudando a obtener más concesiones justo antes de la recta final”.

En efecto. Trump realizó estas declaraciones a puertas de la última sesión de negociaciones comerciales llevada a cabo esta semana – previo al firmado del acuerdo histórico con su homólogo Xi Jinping –  anticipándose a que los chinos modificaran sus principales compromisos pactados en las últimas reuniones, que, según sus fuentes en la Casa Blanca, este sería el caso.

En nuestra opinión, esto último se explicaría porque, si bien las condiciones del acuerdo eran claras en la esencia – como indica The Economist – sus detalles y compromisos eran imprecisos y concretamente porque estaban afectos, entre otras cosas, al desempeño de la economía china frente a las reformas. Aparentemente este último factor habría sido uno de los determinantes del posible cambio de parecer de las autoridades chinas.

Por otra parte, y respondiendo a la segunda pregunta, The Economist agrega, “Pero Trump se está engañando a sí mismo si piensa que puede poner a China de rodillas con aranceles y que EEUU no sufrirá daños”.

Si bien la primera ronda de aumento de aranceles de 10% al 25% – que se haría efectiva a partir del viernes 10 de no llegarse a una solución al conflicto – sobre las importaciones valorizadas en US$ 200,000 millones tendría un impacto menor en los consumidores estadounidenses- al ser en su totalidad insumos industriales – el gravar al resto de productos chinos – que incluyen los bienes de consumo – sí incrementaría los precios generando menor bienestar entre ellos en un período de tiempo no menor.

Ello se ilustra mejor con un principio fundamental que provee una de las teorías que históricamente han explicado mejor el comercio internacional: La teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo. EEUU al ser menos competitivo relativamente que China en una gran gama de productos manufacturados, debería especializarse en productos de alguna otra rama productiva de la economía, de manera que sean provistos a un precio competitivo en los mercados internacionales. Si se pretende proteger industrias no especializadas en dichos productos, tarde o temprano, los precios aumentarán por los mayores costes arraigados, trasladando malestar al consumidor.

Si bien pueden haber razones de incomodidad por parte del presidente Trump con los productores chinos relacionadas a la violación a los derechos de propiedad intelectual y un amplio déficit comercial con China, consideramos que de ninguna manera el mejor camino para solucionar dichas atingencias debería ser recurrir a un proteccionismo desenfrenado, considerando además que el libre comercio –junto a la globalización – ha sido una de las principales fuerzas propulsoras del desarrollo global en las últimas dos centurias (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo). Por el contrario, debería ser el imperio de la ley y la profundización de sus relaciones bilaterales con China lo que debería llevar a EEUU a darle solución a tales problemas.

En este sentido, esperamos que en las reuniones que están siendo llevadas a cabo entre las delegaciones estadounidenses y chinas se llegue a un acuerdo comercial que permita dejar atrás esta nefasta guerra comercial, que, como cualquier otra guerra de otra índole, ninguno de los que participan en ella, no termina de percibir bajas. Lampadia

Las conversaciones comerciales entre EEUU y China están en riesgo de ruptura
De vuelta a tus estaciones de batalla

Tras los indicios de progreso, un tuit de Donald Trump siembra dudas

The Economist
6 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

JUSTO CUANDO parecía que EEUU y China estaban cerca de un acuerdo, el presidente Donald Trump ha llevado a los dos países al borde de una guerra comercial en toda la regla. En un par de tweets a fines del 5 de mayo, amenazó con imponer aranceles del 25% en todas las importaciones chinas, una tasa que se aplica a solo una porción mucho menor de las importaciones en la actualidad. “El acuerdo comercial con China continúa, pero muy lentamente, mientras intentan renegociar. ¡No!” dijo. Hace solo un mes había proclamado que se estaba preparando un “acuerdo épico”. El repentino cambio de tono sacudió a los inversores en Asia y, sobre todo, en China. El CSI 300, un índice de las principales acciones chinas, cayó casi un 6% el 6 de mayo, su peor día en más de tres años.

La primera pregunta es cuáles serán las consecuencias para las negociaciones comerciales. Las reuniones intensificadas en las últimas semanas habían alimentado la impresión de que un acuerdo estaba a la vista. Los negociadores estadounidenses, encabezados por Robert Lighthizer, el Representante de Comercio de los EEUU, estuvieron en Beijing la semana pasada. Esta semana, Liu He, un viceprimer ministro chino, iba a encabezar una delegación de docenas de funcionarios chinos de alto nivel en un viaje a Washington para la próxima ronda de discusiones. Los observadores comenzaron a escudriñar el programa público de Trump para encontrar vacíos cuando Xi Jinping, el presidente de China, podría reunirse con él para firmar su pacto. Junio parecía una buena opción. Pocos apostarían en eso hoy.

Trump podría haber pensado que su amenaza aumentaría la presión sobre China, ayudando a obtener más concesiones justo antes de la recta final. En cambio, existe una posibilidad real de que pueda provocar un endurecimiento de la posición de China. Algunos incluso especularon que Liu y su delegación viajera de funcionarios se retirarán de las reuniones de esta semana. “Dejemos que Trump suba los aranceles. Veamos cuándo pueden reanudarse las conversaciones comerciales”, tuiteó Hu Xijin, editor de Global Times, un periódico chino de propiedad estatal conocido por su veta nacionalista. (Los reguladores chinos parecen contentarse con dejar que Hu use el software para evadir el Great Firewall y enviar dichos mensajes a Twitter, que de otro modo está bloqueado en China).

Durante meses, el resumen de un acuerdo ha sido claro. China se comprometería a comprar más productos de EEUU para reducir su superávit comercial, y EEUU se comprometería a reducir los aranceles de las importaciones chinas siempre que China establezca el campo de juego para las compañías extranjeras. Pero los detalles siempre fueron desconcertantes. ¿Cómo medir el progreso de China en la reforma de su economía? Los funcionarios estadounidenses se han cansado de lo que ven como el avance de China en el cumplimiento de sus promesas. ¿Cómo hacer cumplir el trato? EEUU quería el derecho de imponer aranceles sin amenaza de represalias si China violaba el acuerdo. Los asesores chinos dijeron que eso era inviable. Dadas estas dificultades para alcanzar un gran acuerdo, un conjunto de compromisos más imprecisos parecía el resultado más probable. Las tensiones comerciales seguramente persistirían, reavivándose de manera intermitente en los próximos años, pero la perspectiva de los aranceles ojo-por-ojo se reducirá.

Ahora, sin embargo, el riesgo inmediato es la escalada. El año pasado, EEUU impuso aranceles del 25% sobre las importaciones chinas por un valor de US$ 50,000 millones y el 10% sobre otros US$ 200,000 millones adicionales, dejando unos US$ 300,000 millones aproximadamente sin tocar. Trump ha amenazado con un aumento de dos pasos. Primero, el viernes, EEUU elevaría los aranceles del 10% al 25%. Poco después, colocaría aranceles del 25% sobre todos los bienes restantes (un período de comentarios públicos ralentizaría la implementación real). Hasta ahora, China ha sido moderada en su represalia a los aranceles estadounidenses, incluso ha reducido los aranceles a las importaciones de automóviles desde EEUU a medida que avanzaban las conversaciones. Pero si EEUU sigue adelante con los aranceles en todos los ámbitos, Xi estará bajo presión para defenderse. Debido a que China importa mucho menos de EEUU de lo que exporta a EEUU, los aranceles son solo una opción limitada para ello. Un escenario es que podría perjudicar a EEUU de otras maneras – por ejemplo, es usando los medios estatales para que los consumidores se opongan a las compañías desde Starbucks hasta Apple, que cuentan con China como una gran fuente de ingresos. “El primer paso en las negociaciones es generar confianza”, dice Zhu Ning, economista de la Universidad de Tsinghua. “Ahora parece que la confianza casi se ha ido”.

Una guerra comercial total, sin duda, sería perjudicial para ambos países. Como el mayor exportador, China probablemente sufriría más. Pero Trump se está engañando a sí mismo si piensa que puede poner a China de rodillas con aranceles y que EEUU no sufrirá daños. Durante el último semestre, el gobierno de China ha administrado un estímulo moderado que ha estabilizado el crecimiento y ha impulsado un gran repunte en su mercado de valores. Incluso con la caída del lunes, las acciones chinas siguen subiendo un 25% desde principios de año. El gobierno ha mantenido la potencia de fuego fiscal en reserva, en parte debido a la incertidumbre sobre la guerra comercial. Aumentar su programa de estímulo ayudaría a amortiguar el golpe de los aranceles más altos. En cuanto a EEUU, los consumidores se han visto protegidos en gran medida del impacto de los aranceles en las importaciones chinas porque se han centrado en los insumos industriales. Si se aplicaran aranceles a todas las importaciones, los consumidores no se librarían: el costo de los productos desde almohadas a teléfonos inteligentes aumentaría considerablemente.

El riesgo de una desaceleración mutua asegurada ha quedado en manos de Trump en el pasado. Fue cuando el mercado de valores estadounidense cayó bruscamente en diciembre cuando comenzó a construirse un impulso hacia un acuerdo comercial con China. Xu Gao, un economista de Everbright Securities Asset Management, una firma china, sigue siendo optimista de que prevalecerá la misma lógica. Trump, afirma, retirará en última instancia la amenaza arancelaria, por temor a socavar el crecimiento de EEUU. Incluso con toda la fanfarronada, eso todavía parece plausible. Pero la cercanía del error de cálculo es demasiado evidente. Lampadia




La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China

La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China

¿Por qué Estados Unidos y China insisten en una guerra comercial que compromete el valor comercial de más de medio billón de dólares y miles de millones en ganancias corporativas en un sinfín de sectores económicos? ¿Será posible llegar a un acuerdo comercial entre ambos países que permita establecer condiciones arancelarias tales que puedan ser respetadas en un plazo previsible, de tal forma que se de tranquilidad a los mercados?

Responder ambas preguntas son fundamentales porque como hemos escrito previamente en Lampadia:  Desaceleración global es altamente probable en 2019 , El Perú crece por debajo de su potencial, el desempeño del conflicto comercial EEUU-China será un factor determinante en la coyuntura económica mundial del presente año, la cual estará caracterizada por una desaceleración global sincronizada. De tornarse más agresiva esta confrontación, comprometerá el crecimiento de países emergentes como el Perú, siendo ambos países sus principales socios comerciales.

Al respecto, resulta útil leer un reciente artículo escrito por Minxin Pei en Project Syndicate (ver líneas abajo), el cual da mayores alcances respecto a la verdadera naturaleza del conflicto comercial en mención.

Pei enfatiza el hecho de que, si bien un acuerdo comercial es altamente deseable y probable para menguar la incertidumbre en torno al futuro de las relaciones económicas entre ambos países, ello de ninguna manera implica poner fin a lo que él denomina como “la guerra fría chino-estadounidense”. Ello porque el origen de este conflicto, además de tener cierto carácter ideológico, se encuentra en el aspecto de la seguridad, ya que para EEUU, China constituye una verdadera amenaza en este rubro particular, por lo menos en el largo plazo.

“En EEUU, existe un consenso cada vez mayor de que China constituye la amenaza a la seguridad a largo plazo más grave que enfrenta el país. Acuerdo comercial o no, es probable que esto conduzca a más políticas centradas en lograr un desacoplamiento económico integral. Romper una relación económica construida durante cuatro décadas puede ser costoso, pero continuar con el fortalecimiento de su principal adversario geopolítico a través del comercio y las transferencias de tecnología es suicida”.

Entonces la solución a este conflicto comercial, sugiere inteligentemente Pei, no pasaría por levantar los aranceles anteriormente establecidos o por aumentar las compras de ciertos productos por parte de China a EEUU, sino necesariamente por aplacar de una vez por todas las preocupaciones de EEUU respecto a los avances del sector de seguridad en China.

Si bien este escenario es poco probable dada la particular personalidad del presidente chino Xin Jinping, ya que implicaría desmantelar ciertas instalaciones militares de China hacia EEUU, podría verse la posibilidad de establecer un acuerdo entre ambos países para compartir los avances y/o innovaciones en este sector particular en cada uno de los países. Esto podría dar paso al fin de la “segunda Guerra Fría”. Lampadia

¿Por qué un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China no es suficiente?

Minxin Pei
Project Syndicate
18 de febrero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Si EEUU y China no logran alcanzar un acuerdo comercial integral, el comercio bilateral caerá en picada, y el desmoronamiento de la relación económica entre ambos países se acelerará. Pero incluso si se llega a un acuerdo, ese desenlace continuará, porque, en el fondo, la guerra comercial siempre ha sido sobre el tema de seguridad.

Cuando los negociadores comerciales chinos y estadounidenses se reúnen en Washington para tratar de forjar un acuerdo sobre comercio, los observadores se centran en gran medida en los desacuerdos económicos de los países, como los subsidios de China a sus empresas estatales. Pero pensar que un acuerdo sobre comercio protegerá al mundo de una guerra fría chino-estadounidense sería tan prematuro como ingenuo.

Por supuesto, un acuerdo comercial es altamente deseable. El colapso de las negociaciones comerciales desencadenaría una nueva ronda de aumentos de aranceles (de 10% a 25%, en $ 200 mil millones de productos chinos exportados a Estados Unidos), lo que provocaría la caída de los precios globales de las acciones y estimularía a las empresas a mover más sus actividades fuera de China. En medio de los aranceles, el comercio bilateral se desplomaría y el desmoronamiento de la relación económica entre Estados Unidos y China se aceleraría, creando una incertidumbre generalizada y mayores costos.

Pero incluso si se alcanza un acuerdo general, ya sea antes del 1 de marzo o dentro de unos meses, el proceso continuará, aunque de una manera más gradual y menos costosa. La razón, que muchos inversionistas y ejecutivos corporativos no han reconocido, es que la guerra comercial no tiene nada que ver con el comercio; más bien, es una manifestación de la creciente competencia estratégica entre las dos potencias.

Es cierto que Estados Unidos tiene quejas legítimas sobre las prácticas comerciales de China, incluidas sus violaciones de los derechos de propiedad intelectual, que, después de más de una década de fallidos compromisos diplomáticos, justifican una postura más dura. Pero si EEUU Y China no fueran adversarios estratégicos, sería poco probable que se inicie una guerra comercial en toda regla que ponga en peligro el valor comercial de más de medio billón de dólares y miles de millones en ganancias corporativas. Si bien China puede perder más en tal conflicto, las pérdidas estadounidenses difícilmente serán triviales.

Estados Unidos está dispuesto a sacrificar su relación económica con China, porque los riesgos que plantean los intereses e ideologías nacionales en conflicto de las dos potencias ahora superan los beneficios de la cooperación. En un momento en que China, que ha estado ganando rápidamente influencia internacional en Estados Unidos, sigue una política exterior agresiva, el énfasis de Estados Unidos en el compromiso ya no es sostenible.

Un número creciente de otras partes interesadas, incluidos los vecinos más cercanos de China, parecen estar de acuerdo con el movimiento del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hacia la confrontación. Este cambio está personificado por los ataques de Estados Unidos contra el gigante chino de telecomunicaciones Huawei. Más allá de que Canadá arreste al CFO de la compañía, Meng Wanzhou, quien ahora espera un proceso de extradición, Estados Unidos ha estado advirtiendo a los aliados que no usen la tecnología Huawei para sus redes inalámbricas 5G, por razones de seguridad.

Un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China no puede resolver estos problemas. De hecho, incluso si se resuelven las manifestaciones más agudas del conflicto comercial actual, ambos países internalizarán una de sus lecciones clave: comerciar con un enemigo geopolítico es un asunto peligroso.

En EEUU, existe un consenso cada vez mayor de que China constituye la amenaza a la seguridad a largo plazo más grave que enfrenta el país. Acuerdo comercial o no, es probable que esto conduzca a más políticas centradas en lograr un desacoplamiento económico integral. Romper una relación económica construida durante cuatro décadas puede ser costoso, pero continuar con el fortalecimiento de su principal adversario geopolítico a través del comercio y las transferencias de tecnología es suicida.

Del mismo modo, para China, la guerra comercial ha expuesto la vulnerabilidad estratégica creada por la dependencia excesiva de los mercados y las tecnologías estadounidenses. El presidente chino Xi Jinping no volverá a cometer el mismo error, ni ningún otro líder chino. En los próximos años, China, aprovechando cualquier período de calma en la guerra comercial, también trabajará para reducir drásticamente su dependencia económica de Estados Unidos.

Pero, por muy convincente que sea la razón estratégica para China y Estados Unidos, el desacoplamiento económico de las dos economías más grandes del mundo, que en conjunto representan el 40% del PBI mundial, sería desastroso. No solo fracturará el sistema de comercio global, sino que también eliminará cualquier restricción a la rivalidad geopolítica chino-estadounidense, lo que aumenta el riesgo de una escalada potencialmente devastadora.

La única forma de evitar este resultado es que China se levante de manera creíble para mitigar las preocupaciones de seguridad de Estados Unidos. Esto significa que en lugar de centrarse en, digamos, comprar más soya estadounidense, China debería desmantelar las instalaciones militares que ha construido en sus islas artificiales en el Mar de China Meridional. Solo un movimiento tan audaz puede detener, si no revertir, el rápido descenso a una guerra fría chino-estadounidense. Lampadia

Minxin Pei, es profesor de gobierno en el Claremont McKenna College y el autor de China’s Crony Capitalism. Es también Presidente inaugural de la Biblioteca del Congreso en Relaciones Estados Unidos-China.

 




El nuevo juego del ‘libre comercio’

El TLCAN, que en su momento marcó la agenda del libre comercio, promoviendo los tratados bilaterales versus la agenda global de comercio de la OMC y solidificó el camino de la promoción de la globalización económica, está sufriendo hoy día una oleada de populismo y nacionalismo liderada por Trump.

El líder estadounidense populista cuestiona el orden económico internacional pro comercio en aras de una supuesta recuperación de la salud interna de su economía. Pero, al final, parece que la tan cacareada renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) solo tiene como objetivo “transferir los beneficios altamente específicos que provienen del proteccionismo de un grupo a otro.”

Detrás de todos estos enfrentamientos, lo que hay es puramente malabarismo para beneficiar a grupos de interés específicos, vinculados al espacio industrial tradicional estadounidense.

Lamentablemente, los efectos colaterales de esta ruptura de los sacrosantos contratos comerciales destruyen del orden internacional y hacen ver que, con el único expediente de un simple putsch populista, se pueden alterar y desvirtuar las estructuras de un mundo que costo mucho esfuerzo construir y que, en las últimas décadas, produjo una gran disminución de la desigualdad global y la mayor reducción de la pobreza de la historia.

Este es un antecedente muy perjudicial para el futuro del libre comercio en el mundo y para la impostergable necesidad de perseverar en la superación de la pobreza, especialmente, en los países emergentes.

Líneas abajo, compartimos un análisis sobre los daños y posibles impactos del nuevo TLCAN:

El nuevo TLCAN es solo antiguo proteccionismo y mala economía

MISES WIRE
Setiembre, 2018
Carmen Elena Dorobăț, PhD in economics from the University of Angers, and is Assistant Professor of Business at Leeds Trinity University
Glosado por Lampadia

Un nuevo acuerdo comercial de América del Norte está en proceso entre los Estados Unidos y Canadá, luego de que se llegó a un acuerdo tentativo con México la semana pasada. El acuerdo reemplazaría el acuerdo del TLCAN de casi 25 años entre los tres países. Tanto los medios como la industria están sufriendo de “fiebre de negociación”, ya que esperan ansiosamente los resultados de las negociaciones.

No se sabe mucho acerca de qué implicará este nuevo acuerdo exactamente. Sin embargo, las pocas cosas que sabemos indican que no hay necesidad de ninguna emoción. El nuevo acuerdo comercial será simplemente una amalgama del antiguo TLCAN, el TPP previamente rechazado y algunas medidas proteccionistas nuevas.

¿Es probable que sea una victoria para el libre comercio? Ni por una milla.

Primero, el acuerdo con México especifica que dos tercios del valor de un automóvil (en comparación con el 62% del TLCAN) deben ser fabricados en América del Norte, y casi la mitad debe ser fabricado por trabajadores que ganen un mínimo de $ 16 por hora. Solo los fabricantes de autos que cumplan con estos nuevos requisitos podrán enviar vehículos a través de la frontera con ningún arancel; otros pagarán un impuesto de aduana de 2.5%. Esto es una gran noticia para los sindicatos industriales en los EE UU y también será beneficioso para los sindicatos canadienses en caso de un acuerdo. Pero México también espera que esto obligue a los fabricantes de automóviles a aumentar los salarios. Sin embargo, estas reglas de origen y requisitos de salario y contenido solo aumentan los costos de fabricación. Esto puede eventualmente reflejarse en precios de automóviles más altos, y puede provocar la reubicación de las industrias automotrices de América del Norte a jurisdicciones de menor costo en el largo plazo.

En segundo lugar, las importaciones de acero y aluminio, actualmente sujetas a aranceles después de los últimos intentos de política de Trump para reconstruir las industrias metálicas de EE UU es probable que estas restricciones se mantengan en forma de un plan de cuotas. Los impactos de las cuotas y los aranceles son similares y provocarán aumentos y pérdidas de precios para los consumidores y las industrias adyacentes.

Otras medidas incluyen la extensión de los derechos de autor a un término de 75 años después de la muerte del creador y la eliminación del Capítulo 19 del TLCAN, según el cual las empresas podrían demandar por derechos antidumping o compensatorios ilícitos. Estas medidas aumentan la influencia de los gobiernos en las transacciones comerciales y la intervención en los precios y es probable que reduzcan la innovación a largo plazo. Lo irónico es que la extensión de los términos de copyright existía en la Asociación Transpacífico que Trump se negó a firmar a principios de 2017.

Canadá se ha opuesto a estos dos cambios, pero puede aceptarlos si se le da algo más a cambio. Puede, por ejemplo, negociar para mantener su umbral de minimis muy bajo para bienes libres de impuestos de $ 20, en comparación con $ 800 en los EE UU y ahora $ 100 en México. O puede luchar para continuar la protección, de una forma u otra, para sus ricos ganaderos de Ontario y Quebec, cuya gran influencia sobre la política canadiense los convierte en un poderoso grupo de interés.

Si le parece que el “mucho más justo, realmente buen trato” con México (y posiblemente con Canadá) es simplemente cambiar las regulaciones comerciales de un área a otra en lugar de reducirlas, sus ojos no lo están engañando. La razón de estos cambios es transferir los beneficios altamente específicos que provienen del proteccionismo de un grupo a otro. Incluso estos son bastante efímeros, porque cuando las importaciones disminuyen, también lo hacen las exportaciones. Si los consumidores gastan más en bienes nacionales, los precios internos aumentan, y cuanto más aumentan, más se reducen las exportaciones.

El nuevo acuerdo comercial se trata simplemente de hacer nuevos negocios para nuevos intereses especiales. El libre comercio o los intereses del consumidor nunca entran realmente en la ecuación. Las donaciones de campaña sí.

La opinión de Mises sobre esto fue muy directa y práctica. En Gobierno Omnipotente, demostró que los acuerdos comerciales modernos no guardaban ningún parecido con los tratados comerciales de Cobden y Chevalier:

En la era del laissez faire, los tratados comerciales se consideraron un medio para abolir, paso a paso, las barreras comerciales y todas las demás medidas de discriminación contra los extranjeros … Entonces cambió la situación. El significado de los tratados comerciales cambió radicalmente. Los gobiernos se entusiasmaron por sobrepasarse mutuamente en las negociaciones. Un tratado se valoraba en proporción, ya que obstaculizaba el comercio de exportación de la otra nación y parecía alentarlo a uno.

Es vano esperar algo de cambios puramente técnicos en los métodos aplicados en las negociaciones internacionales sobre asuntos de comercio exterior.

Si también le parece que el inevitable impacto perjudicial del nuevo acuerdo comercial sobre los precios internos y el nivel de vida es contrario a los objetivos declarados de otras políticas gubernamentales, tiene razón de nuevo. Mises explicó en Burocracia cómo los intereses de los grupos poderosos a menudo entran en conflicto, y las administraciones estatales se encargan de ellos de manera fortuita:

El departamento de trabajo apunta a mayores tasas salariales y a menores costos de vida. Pero el departamento de agricultura de la misma administración apunta a un aumento en los precios de los alimentos, y el departamento de comercio intenta aumentar los precios internos de los productos básicos por tarifas. Un departamento lucha contra el monopolio, pero otros departamentos están ansiosos por lograr -a través de aranceles, patentes y otros medios- las condiciones requeridas para construir la restricción monopólica.

A medida que varios acuerdos comerciales cambian nombres, cláusulas y proponentes, con la vieja táctica de cebo y cambio, el proteccionismo solo cambia su disfraz poco convincente. “El nuevo acuerdo sin sentido para el consumidor” sería un nombre más apropiado. Lampadia