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El fantasma de Maraví

El fantasma de Maraví

Milagros Leiva
MIENTRAS TODO SUCEDE
Para Lampadia

Iber Maraví ha jugado con la memoria de los peruanos, de los que todavía no entienden el gran daño que nos hizo Sendero Luminoso durante más de veinte años. En sus descargos ha dicho de todo para marear al pueblo, para pasar por víctima, por el hombre que no tiene sentencias y sí atestados en la Dircote (según él pueden obedecer a testimonios hechos bajo tortura). No importa que el mismo Sutep le diga mentiroso y le aclare que fue miembro fundador de Conare que es Movadef y que en origen y final es Sendero Luminoso. No importa nada, solo mentir para que algo quede y se salve de la censura. Maraví quiere permanecer como Ministro y cuenta con el apoyo del presidente Pedro Castillo.

Ha obrado bien la ex fiscal de la Nación y hoy congresista Gladys Echaiz, le ha dicho con todas sus letras que quizá no tiene sentencias porque en aquella época jueces y fiscales dejaban pasar hechos delictivos porque no querían morir. Vivían amenazados en Ayacucho. Pero de eso el profesor Maraví, el hombre que se describe como un luchador social, prefiere no hablar. Y existe algo peor: la masacre de Lucanamarca. Existe el fantasma de Maraví. ¿No entienden a qué me refiero? No se preocupen. El ministro ha sido hábil. No ha contado los detalles para no levantar indignación.

Recordemos entonces.

Todo comenzó a las ocho de la mañana. Fueron 60 miembros de Sendero Luminoso y estaban armados con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego. Querían vengarse e iniciaron un ataque cruel y despiadado. A lo largo de un trayecto de sangre pasaron por Yanaccollpa, Ataccara, Llacchua, Muylacruz y terminaron en Lucanamarca, un pueblo ayacuchano que jamás olvidará el 3 de abril de 1983. Yo tampoco puedo olvidarlo porque hasta ese pueblo llegué para escuchar testimonios durante las audiencias de la Comisión de la Verdad. Fue una demencial incursión, eso me dijeron los campesinos a los que pude entrevistar. Sesenta y nueve campesinos brutalmente asesinados.

Recuerdo los relatos perfectamente. Sendero se vengó de este pueblo que no se subordinó y los terroristas no tuvieron reparos en asesinar a machetazo limpio a mujeres y hombres, ancianos y también bebés. Destriparon a mujeres embarazadas sin remordimiento. Sendero quería demostrar que era un hueso duro de roer y que estaba dispuesto a todo. Abimael Guzmán reconoció que esa masacre “fue un error”, “un exceso”. Jamás pidió perdón. Cráneos partidos, cuerpos quemados con agua hervida, sesos regados. Sangre, mucha sangre. Gritos, estertores, lamentos de un pueblo que vivió en agonía la peor de las pesadillas, un pueblo que aprendió impotente el concepto de la crueldad.

El punto es uno solo: los testimonios obtenidos sindican directamente a Hildebrando Pérez Huarancca como el responsable del ataque. Los testigos entrevistados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación identifican con este nombre al líder senderista y lo describen como el hombre que ingresó llevando dos pistolas, con voz de mando. Era un profesor. Eso dijeron. Alto, flaco, mestizo. Blanquiñoso, de ojos vivos y pelo lacio, así lo describieron.

Hildebrando Pérez es el suegro de Iber Maraví.

¿Y eso qué importa? Podrán decir. Es su suegro, pero no significa nada. Se equivocan en un punto absolutamente neurálgico. El actual ministro de Trabajo que está a punto de ser censurado ha dicho que nada tiene que ver con el suegro, que no lo conoció, que desapareció de la vida de su esposa y que muerto está. ¿¿Muerto?? Maraví se ha preocupado de mencionar a Hildebrando como un terrorista cualquiera y no como el monstruo de Lucanamarca. ¿Acaso no era el momento perfecto para condenar a Sendero por esa espantosa masacre? ¿No recuerda ministro Maraví que “a los niños recién nacidos les sacaron las tripas y pisaron sus cabezas hasta que salgan sus sesos”? ¿No recuerda los testimonios? ¿Usted que ha leído la CVR por qué no cuenta los detalles y de paso los condena? No me he cansado de decirlo en mi programa y lo escribo ahora: Si el ministro sabe que Hildebrando Pérez ha muerto nos puede explicar cómo, cuándo y dónde falleció. ¡¡¡La Dircote todavía lo da por fugitivo!!! ¿Puede explicárselo a los familiares de esos 69 peruanos que merecen conocer la verdad sobre el verdugo? Cuéntenos Maraví, diga toda la verdad. ¿Qué sabe de ese terrorista? ¿Cómo murió? ¿O también debemos enterrar a Lucanamarca y hacer de cuenta que nada malo pasó solo porque a usted le da la relagada gana de ser ministro cuando sabe que con eso nos afrenta? Lampadia




Flor de un día

Flor de un día

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

A raíz de la muerte de Abimael Guzmán, el desquiciado creador e ideólogo de Sendero Luminoso, el grupo terrorista más sanguinario de nuestro país y definitivamente entre los más crueles y salvajes de la historia universal; todos los diarios, estaciones de radio y canales de televisión, han dedicado en un día, más tiempo e información respecto a la vesania de estos criminales, que la dedicada durante los últimos 25 años en el Perú.

El silencio cómplice de la prensa y la manipulación de la información histórica al respecto, por parte del sistema educativo peruano (capturado y controlado por la izquierda radical), ha sido tan basta, que hemos llegado al extremo de verificar que los jóvenes de menos de 30 años, hoy no tengan la menor idea de quién es Guzmán y su gente, ni cuáles fueron las acciones criminales con las que se masacró a decenas de miles de peruanos y se destruyó más de 20 mil millones de dólares de activos del Perú. Tan dramático es esto, que la semana pasada un periodista preguntaba a los jóvenes, con fotografía de Guzmán en mano, quién era la persona y uno contestó que era un congresista, otro que era un artista de telenovelas y otro que era un escritor, pero ninguno atinó a identificar al criminal que destripó y destruyó a familias y pueblos enteros.

Creo que, en lugar de atosigarnos con esa información en un solo día; toda la prensa hablada, escrita y televisiva, debería imponerse la obligación de repetir la información histórica y pasar una y otra vez las históricas imágenes de estas atrocidades, todo el tiempo y por muchos años. Es importante que los jóvenes y niños, a los que nadie les enseñó, lo aprendan y se fijen, de manera indeleble, estas imágenes en sus mentes y corazones. Que aprendan de las bestialidades que es capaz de ejecutar gente insana y fanatizada. Que les quede claro en la memoria, que esto fue terrorismo antipatriota y no un “conflicto interno”, que las más sangrientas y alevosas masacres fueron producto de un ansia de poder. Que quienes promovieron ese derramamiento de sangre, no tenían una alternativa para mejorar las condiciones de vida de nuestra ciudadanía, sino el ansia por tomar el poder y perpetuarse en él. Estas imágenes y conceptos, deben estar claros para todos, desde niños de escuela y para toda la vida, para que ellos también las puedan transmitir a las siguientes generaciones y no permitamos ser engañados y caer en ese juego, aunque vengan por una vía diferente.

La sociedad peruana ha contraído una gran deuda para con nuestros jóvenes, pues, inmediatamente después de la victoria militar, no nos ocupamos de enseñar correctamente esa parte de la historia. Lo natural hubiera sido, que los padres, los maestros de escuela y catedráticos universitarios tomaran ese desafío. Pero los padres, en su vida moderna, cargada de obligaciones y retos, no dedicaron el tiempo para enseñar a sus hijos esta realidad. Los maestros de escuela, altamente ideologizados, siguieron las consignas del SUTEP-CONARE y MOVADEF, adoctrinando a los niños, al punto que las promociones de los colegios públicos rurales, llevan los nombres del Che Guevara, de Marx, de Mao, de Malpica y de cuanto comunista ha vivido; hecho que se verifica a nivel nacional. Y en todas las universidades públicas y privadas, so pretexto de la libertad de cátedra, se ha permitido que radicales de la calaña de Béjar, adoctrinen a los estudiantes a su gusto y a base de mentiras no contrastadas por nadie.

La única manera de resarcir esta falta cometida como sociedad, es; 

  1. Que todos nos examinemos y tomemos conciencia que, efectivamente, no cumplimos con nuestra responsabilidad. 

  2. Que nos propongamos corregir esta conducta equivocada y 

  3. Que como sociedad y como individuos, asumamos el desafío de enseñar a nuestros hijos y nietos esa historia dolorosa, las ideas equivocadas y fanáticas que nos llevaron a ese punto y finalmente, las desastrosas consecuencias que la bestialización de esa gente trajo a nuestro país. 

El Perú no merece que los herederos de tamaña insania, puedan conducir los destinos de nuestra patria, puesto que ya sabemos, que no son capaces de construir una mejor sociedad, que no tienen propuestas de mejora individual y colectiva para nuestro pueblo y finalmente, sabemos también, los extremos a que pueden llevar a nuestra sociedad y el nivel de destrucción ilimitado que son capaces de generar, con tal de tomar el poder y enquistarse para siempre.

Propongo que esta sea una labor liderada por la Defensoría del Pueblo, quien debería convocar a los medios, a la academia, a la sociedad civil, a las iglesias, a la fuerza armada y policía nacional, para diseñar el plan de reeducación de nuestra sociedad y supervisar su correcta ejecución.

No podemos permitir que este “flash noticioso” sea sólo “Flor de un día”. Nuestro propósito de enmienda, debe materializarse en un trabajo real y constante para reconstruir la memoria colectiva de nuestra sociedad y mejorarla. Lampadia




Ya tienen el cuerpo del delito

Ya tienen el cuerpo del delito

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia

Cuando escribí La afrenta moral más seria  hace dos semanas, Abimael Guzmán estaba vivo. Hoy, que su cuerpo inerte yace en espera de disposición final, tenemos el cuerpo de un delito contra el país.

En el artículo citado alcancé las cifras de muertos causados por Sendero Luminoso, la magnitud del daño causado al país y la similitud de su mensaje con el discurso del partido gobernante y de Pedro Castillo. Señalé que colocar a senderistas en el gobierno, no removerlos pese a su comprobada participación en actos de violencia y su ausencia de arrepentimiento frente a la violencia, era la afrenta moral y permanente más seria de la cual había sido víctima el país y que el Congreso no debería tardar en la Vacancia.

Hoy, si al Congreso le faltaba pruebas para actuar, las tiene y en sus narices.

El ocupante de Palacio de Gobierno se niega a tomar una decisión sobre el destino final del cadáver y en lugar de enfrentar este problema, sale de gira por México y la ONU, donde seguramente, con los disparates que diga, sepultará la imagen ya deteriorada de nuestro país que costó 30 años reconstruir luego del terrorismo, el estatismo y la hiperinflación. Hace tiempo para que un juez, un fiscal o alguien entregue el cadáver a quienes lo convertirán en trofeo. ¿No es esto complicidad? ¿La omisión dolosa no es acaso también un crimen, por lo menos moral y político?

Bellido, hábil en la provocación y la distracción, hace todas las muecas necesarias para distraer a la prensa y hacer que siga pasando el tiempo.

Los congresistas de Perú Libre, confirmando su entraña moral, se oponen a que sea incinerado como lo han sido los genocidas en todo el mundo.

En el gobierno, sólo Dina Boluarte, la Vice Presidenta y el ministro de Justicia, Aníbal Torres, tienen una posición clara a favor de la incineración de los restos y lo llaman terrorista.

Si les faltaba pruebas y querían el cuerpo del delito más grave cometido contra la moral del país, allí lo tienen. ¿Qué esperan?

El Congreso, tiene entonces, ante sí, no solo la responsabilidad de definir el destino final del ser que más daño le ha hecho a nuestra nación. Tienen la responsabilidad de definir el destino del país, antes de que sea tarde. La Vice presidenta ha marcado una distancia que debiera ser entendida como corresponde y dar paso, ya, a la VACANCIA. Lampadia




Las narrativas que le dan vida aun a Sendero

Las narrativas que le dan vida aun a Sendero

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La muerte de Abimael Guzmán debería servirnos para revisar los mitos y narrativas que se han construido en torno al terrorismo en el Perú, y que han impedido que la victoria sobre el senderismo haya sido total.

El primer mito es el que postula que la causa facilitadora del terrorismo fue la pobreza, la explotación. Lo dijo el sábado ministro de Justicia Aníbal Torres y Vladimir Cerrón lo puso así en un tuit:

“Muerte de Abimael Guzmán debe reflexionar al país si las causales del terrorismo subversivo y de estado, han desaparecido, menguado o se mantienen. Mientras existan grupos humanos privilegiados y otros explotados, la violencia encontrará tierra fértil”

La causa del ataque terrorista al Perú, que dejó decenas de miles de muertos, no fue la pobreza ni la desigualdad, sino de la ideología marxista-leninista-maoísta que predica la lucha de clases y la conquista del poder por medio de la lucha armada conducida por la vanguardia del pueblo que es el partido. En este caso, el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP-SL). Una ideología que generó una maquinaria de guerra y de muerte para tomar el poder.

Por eso la mayor cantidad de víctimas de Sendero fueron campesinos pobres -algo diabólicamente necesario para construir bases de apoyo-, y no hacendados que ya no existían luego de la reforma agraria, y lo que facilitó su avance fue el desmantelamiento del Estado local basado en el orden señorial, sin que fuera reemplazado por un Estado moderno.

Los campesinos nunca se sumaron voluntariamente a las huestes de Sendero Luminoso. Fueron sometidos por la fuerza y a punta de asesinar a sus autoridades. Por eso la victoria final sobre Sendero se produjo cuando por fin pudieron liberarse de ese yugo gracias al apoyo en armas que empezaron a recibir a partir de 1990.

Los dirigentes de Sendero no eran indígenas. Eran blancos (algunos, como Abimael Guzmán, costeños) o “mistis” cuyos padres, en algunos casos, habían perdido sus haciendas o fundos con la reforma agraria. Ellos, más bien, replicaron con la base campesina, de una manera perversa y asesina, el mismo tipo feudal de relación heredado de sus padres y abuelos, e instrumentaron al campesinado como carne de cañón.

La estrategia victoriosa

El Perú, en cambio, sólo pudo derrotar a Sendero precisamente cuando superó la tara colonial y consideró a los comuneros como iguales, cuando el Estado decidió aliarse en lugar de enfrentarse a los campesinos, dándoles armas y ayuda cívica. A partir de ese momento fueron los propios ronderos quienes señalaron y derrotaron a los terroristas.

El otro componente fue el fortalecimiento de la inteligencia policial para capturar a las cúpulas y jueces militares y sin rostro para juzgar a terroristas en lugar de ejecutarlos extrajudicialmente, como ocurría en los 80. La detención de Abimael Guzmán fue la mayor prueba de esto.

Entonces lo que derrotó a Sendero fue una estrategia inteligente y esencialmente respetuosa de los derechos humanos basada en una alianza con el campesinado, en inteligencia policial y en justicia eficaz. El conductor de esa estrategia, sin embargo, terminó en la cárcel con una condena de 25 años sin pruebas por violación de los derechos humanos. Esto debido a la acción criminal del grupo Colina, que fue un elemento extrínseco a la estrategia general (pues lo que derrotó a Sendero no fueron los asesinatos del grupo Colina, si no la captura de las cúpulas, su enjuiciamiento y la alianza con las comunidades).  

El Perú no la ha convertido en orgullo nacional

Por esa razón el Perú no ha podido capitalizar en orgullo nacional esta estrategia inteligente, victoriosa y desarrollada en lo posible dentro del marco jurídico. Algo que ningún país de América Latina había logrado. La reacción que generó la opresión política al final del fujimorato para buscar la perpetuación en el poder, determinó que se persiguiera al fujimorismo y al propio Fujimori por los delitos cometidos por el grupo Colina, centrando la atención pública y la narrativa social en las violaciones de los derechos humanos -que habían sido atrozmente mucho mayores en los 80-, soslayando los méritos de la estrategia victoriosa.

Por eso -repito- el Perú no ha podido capitalizar como una gran realización nacional la victoria inteligente y ejemplar sobre el mas sanguinario de los terrorismos latinoamericanos. No solo eso: el ataque terrorista al Perú se convirtió incluso en los textos escolares en “conflicto armado” o “guerra interna”, como si Estado y Sendero hubiese sido dos fuerzas ontológicamente equivalentes, legitimando implícitamente en esa medida el accionar senderista y emerretista. En varios libros de colegio la cantidad de palabras dedicada a reseñar las violaciones de los derechos humanos cometidos por las fuerzas armadas era mayor que la dedicada a las violaciones de Sendero Luminoso o el MRTA.

Por eso es que la extraordinaria victoria campesina, militar, policial y judicial sobre Sendero no se ha convertido del todo en una victoria política e ideológica, y hoy vemos a sendero reencarnado en el Movadef y, aunque con engaños, encaramado en posiciones gubernamentales.

Campesinos como víctimas y no como ciudadanos salvadores

Un efecto derivado de aquella narrativa es que tampoco el Perú haya podido capitalizar la incorporación ciudadana de los campesinos andinos a la república.  Desde el momento en que se convirtieron en aliados horizontales de la fuerza armada y del Estado peruano, se sintieron, en efecto, ciudadanos ya no sólo de su comunidad, sino del país, y vencieron a los terroristas. Jugaron un papel nacional, como lo habían hecho en la campaña de la Breña junto a Cáceres, contra los chilenos, la única campaña en la guerra del Pacífico en la que nuestro país obtuvo victorias y puso en jaque a los chilenos.

Para vencer a Sendero fue necesario -repetimos- superar la distancia étnica y soldar la fractura colonial. Esa alianza horizontal y victoriosa entre el Estado criollo y los comuneros andinos redimió, en cierto sentido, la historia, y redimió las matanzas y los horrores de la década anterior, que parecían confirmar la entraña feudal, colonial y racista del Estado criollo peruano. Y convirtió en ciudadanos -del Estado Peruano, salvado por ellos- a los campesinos, por lo menos en ese momento. Lamentablemente el país no pudo consolidar esa conquista en un reconocimiento permanente pues, sobre todo a partir de la Comisión de la Verdad, se impuso la narrativa paternalista de los campesinos como víctimas en lugar de ciudadanos-vencedores y salvadores del país.

Todavía hay mucho por hacer para terminar con el legado de Abimael Guzmán. Lampadia




La afrenta moral más seria

La afrenta moral más seria

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

Sendero Luminoso causó la muerte de por lo menos 70,000 personas al desatar su sanguinaria aventura terrorista en 1980 y pretender tomar el poder “desde el campo hasta la ciudad”. Su accionar fue subrepticio, nocturno, alevoso y aun en el campo, después de ajusticiar policías, maestros, autoridades o dirigentes comunales, se “escondía detrás del pueblo” y simulaba ser parte de él.  Esta cifra corresponde a la Comisión de la Verdad y Reconciliación y, aún cuando para muchos es una cifra discutible que ha sido hallada por estimaciones estadísticas antes qué por conteos oficiales, nos da cuenta de las graves consecuencias sociales y morales de la aventura política iniciada por un fanático profesor universitario seducido por el maoísmo. Esta cifra incluye también los muertos del MRTA y los que se atribuyen a la represión policial y militar.

La amenaza terrorista empezó a desmoronarse a partir setiembre de 1992, con la caída del sanguinario cabecilla Abimael Guzmán, el desarmado de la cúpula senderista a partir de ese año y en abril de 1997, con la liberación de la Embajada del Japón secuestrada por el MRTA por parte del Comando del Ejército denominado “Chavín de Huantar”. A partir de ese momento, el terrorismo dejó de ser una amenaza para la gobernabilidad del país y se convirtió en un problema de seguridad focalizado en los valles del Huallaga y el VRAE, donde el senderismo se convirtió en el brazo militar del narcotráfico. Desde entonces, se han capturado o abatido a sus mandos: en 1999 a Feliciano, en los años siguientes a los camaradas Clay, JL, Piero y Rubén. El 2012 a Artemio y este mismo año, a uno de los Quispe Palomino, el Camarada Raúl.

Sin embargo, el terrorismo no desapareció como irresponsablemente cantó victoria el fujimorismo con fines electorales el año 2000. El auge económico de las primeras dos décadas del siglo 21 nos hizo olvidar que estaba allí, como siempre, infiltrado “escondido detrás del pueblo”.

Sus mandos medios quedaron. Sus simpatizantes quedaron. Los hijos y las viudas resentidos de sus caídos quedaron larvando el resentimiento más abyecto contra “el sistema” que los abatió. Sus cuadros se volvieron a esconder “en el pueblo” y “en el campo”. Comenzaron a infiltrar instituciones, gremios y lo que es más serio, la mente de los peruanos hasta hacerlos olvidar sus crímenes y atrocidades. Hoy Sendero Luminoso no se reduce a sus rezagos en el VRAEM o al Movadef y sus satélites. Es más que eso y le ha declarado la guerra al país, nuevamente. Ya no desde la clandestinidad, incendiando las ánforas en Chusqui (Cangallo – Ayacucho) como lo hizo en 1980. Ahora ha tomado todas las ánforas necesarias, las actas, los padrones, las autoridades electorales y ha llegado al poder, sin haber soltado un solo disparo.

La estupidez de los tontos útiles, ahora desesperados clamando cambios ministeriales y pidiendo deslindes con el senderismo, lo hizo posible. Aquí estamos. Cruzaron los puentes, están adentro y desde allí nos han declarado la guerra.
  • ¿Ha existido mayor afrenta a la moral del país en toda su historia?
  • ¿Existe mayor enemigo para nuestro país que este, que originó la muerte de más de 70,000 compatriotas?
  • ¿Esta afrenta es un mero episodio aislado que nuestra democracia pop del tweeter y los influencer sin historia querrán relativizar?
  • ¿Es este un hecho fortuito de una democracia débil que se puede corregir?
  • ¿No estamos acaso ante un ataque permanente a la nación? ¿No es esta una guerra que el Perú enfrenta desde 1980, que no ha cesado y que hoy se desenvuelve en un plano distinto?

Ninguna felonía grupal, individual o traición que registra nuestra historia ha tenido la magnitud de esta afrenta que consumió DOS DÉCADAS de nuestra historia, que destruyó nuestra moral, que nos puso al borde de la ingobernabilidad y que hoy, desde el poder, está poniendo los cartuchos para dinamitar el edificio institucional de nuestro país.

No hay mayor afrenta moral al país que la complicidad con Sendero Luminoso.

Por ello, creo que el CONGRESO está demorado en su verdadera y tal vez única tarea. La VACANCIA de PEDRO CASTILLO. Insistir en mantener en el gabinete a autores materiales de actos terroristas no es un error político que se corrige con la censura, no es una afrenta que se limpia con la interpelación, no es solo una provocación que se resuelve denegando la confianza. Es la evidencia que faltaba para mostrar la permanencia de esta grave afrenta moral. La Constitución lo llama “incapacidad moral permanente”. El sentido común lo llama: VACANCIA. Lampadia




Sendero recargado

Sendero recargado

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Sendero Luminoso se siente empoderado. En realidad, no les falta razón a los seguidores de Abimael Guzmán. Nunca han estado tan cerca del poder como ahora.

Una muestra de ello es el discurso de una senderista, Carmen Rosa Hualla Muriel, en una plaza de Juliaca el 14 de junio. Allí proclamó presidente a su candidato, Pedro Castillo, y pregonó públicamente, con toda desfachatez su militancia, a sabiendas que nada le va a ocurrir ahora.

En un ambiente adornado con banderas del Sutep, el sindicato magisterial, Hualla dijo que Castillo había ganado porque representa “a los oprimidos y a los encarcelados por razones políticas”, como ellos definen a los criminales terroristas presos.

Añadió que a Castillo le han dicho comunista y declaró a voz en cuello: “yo soy comunista y no siento vergüenza, he sido procesada siete veces por terrorismo y con orgullo lo digo, yo soy comunista en formación [una atingencia típica de SL] y nunca me voy a callar, nunca voy a agachar la cabeza”. Inmediatamente el coro de acompañantes replicó “Fujimori nunca más”.

Algunos ingenuos creen que escondiendo la cabeza como el avestruz, negando tercamente la realidad, lo que está sucediendo va a dejar de existir. Está ampliamente demostrado que en 2017 la huelga magisterial fue propulsada por Sendero Luminoso de Guzmán (Movadef) y que ellos pusieron a Castillo al frente.

Para las elecciones la alianza se amplió, con Vladimir Cerrón y los agentes de Cuba y Venezuela como factor dominante, además de las siniestras relaciones con terroristas y narcotraficantes del Vraem.

Si alguien cree que esta amalgama va a ser domesticada con palmaditas en el hombro y haciendo caso a algunos advenedizos voceros, que conscientemente están tratando de adormecer a la opinión pública, están soñando. Eso no va a ocurrir. Si se hacen del poder se va a desatar una tormenta incontenible que va a hundir al país en una crisis insondable.

Otro ejemplo de lo que vendrá es el asalto y destrucción de las instalaciones de una pequeña mina en las alturas de San Mateo, el viernes 18. La turba actuó impunemente mientras la policía observaba -como les ha ordenado el Gobierno, el ministro del Interior y el jefe de la PNP- y se dejaba apedrear. Una capitana resultó herida en la cabeza. No hubo detenidos.

Si esto ocurre ahora ¿qué creen que pasará si Castillo y sus secuaces se hacen del poder? Alentados desde el Gobierno y con las fuerzas del orden maniatadas, los grupos extremistas se apoderarán de calles y carreteras, y no pararán hasta imponer una asamblea constituyente dominada por ellos para “refundar el Perú” es decir, imponer una dictadura chavista.

Mientras tanto, los acomodaticios de siempre, persisten en su esfuerzo -que imaginan será recompensado- para tranquilizar y anestesiar a la ciudadanía, repitiendo que lo que ha sucedido en otros países no va a ocurrir acá.

Hay que seguir luchando. No debemos entregar el país a los que pretenden robarlo. Lampadia




Limpiando al terrorismo

Limpiando al terrorismo

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Cuando el lunes en la mañana se conoció la espantosa masacre perpetrada por los terroristas de Sendero Luminoso en el Vraem, los partidarios de Pedro Castillo reaccionaron de manera unánime echándole la culpa a la derecha y a Keiko Fujimori.

Vladimir Cerrón, el dueño de Perú Libre, y según la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote), vinculado a los terroristas Quispe Palomino a través de Guillermo Bermejo y Alex Pimentel, respondió a un tuit mío donde informaba de la matanza, responsabilizando a la derecha.

Lucía Alvites, estrecha colaboradora y ex candidata de Verónika Mendoza y hoy entusiasta seguidora de Castillo puso en Twitter: “El fujimorismo en la desesperación total. No les importa matar a peruanos para hacerse del gobierno. Lo del Vraem es evidentemente un psicosocial. Que no quede ni una pizca de duda que si entra Keiko eso es lo que tendremos cinco años. De terror”.

Estas y varias otras expresiones similares de todos los secuaces de Castillo y Cerrón no dejan duda alguna de sus intenciones: lavarles la cara a los terroristas del Vraem e intentar confundir a la opinión pública con una absurda teoría.

Porque desde el primer momento era evidente que los autores de la masacre eran los senderistas del Vraem. No solo por lo panfletos que dejaron en el lugar, por la advertencia que habían hecho a los pobladores de Mayacu el 9 de abril sobre lo que se venía, por el hecho que son el grupo armado que domina esa zona y son suficientemente sanguinarios para asesinar a sangre fría a hombres, mujeres y niños desarmados, sino porque –a diferencia del narcotráfico que opera con perfil bajo- a ellos les interesa la publicidad para infundir terror y dar señales a sus amigos y enemigos.

Por si fuera poco, la Dircote y Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas señalaron de manera inequívoca que los autores eran los terroristas de Sendero Luminoso, identificando incluso a los cabecillas del grupo asesino.

Pero los partidarios de Pedro Castillo han seguido incansablemente en su labor de zapa. Periodistas, medios de comunicación, políticos, ONG y opinólogos cuestionan con medias verdades, hipótesis absurdas, y sembrando dudas diversas, la contundente realidad. Pero sumados, constituyen un coro potente que viene cumpliendo su propósito, hacer dudar a muchos ciudadanos de lo que es un hecho evidente.

Hasta el propio jefe de la Policía se ha sumado a ellos con una sibilina afirmación: “No podemos confirmar que son Sendero, pero sí de narcotráfico” (RPP, 24/5/21). Ese individuo, que ocupa ese cargo ilegalmente y sabe que solo con Castillo lo conservaría, no duda en hacer campaña a favor de los enemigos de la Policía y la democracia, tratando de disimular al terrorismo. Con la anuencia del Gobierno, naturalmente,

Ellos han convertido el tema en parte de su campaña política, porque pretenden evitar que una masacre cometida por los vinculados -según la Dircote- a Cerrón, por los hermanos de los senderistas del Movadef que rodean a Pedro Castillo (aunque distanciados desde 1993), los perjudique electoralmente.

Pero hay algo mucho más profundo y duradero. Precisamente ese persistente comportamiento de las izquierdas desde 1980, de lavarle la cara al terrorismo, de minimizar sus crímenes, de relativizarlos y, eso sí, perseguir con saña a quienes los combaten y denuncian, es la que nos ha conducido, a pesar de la derrota del terrorismo, a que ahora, décadas después, los herederos políticos de Abimael Guzmán, Víctor Polay y otros, estén a punto de hacerse del gobierno por la vía electoral. Lampadia




Es absurdo discutir si hubo o no excesos de las fuerzas del orden

Revalorar la estrategia que derrotó a Sendero

“Yo aprendí hace mucho, mucho tiempo, cuando cubría el genocidio y la limpieza étnica en Bosnia, a nunca equiparar las víctimas con los agresores, a nunca crear una falsa equivalencia moral o fáctica, porque entonces, si lo haces, particularmente en situaciones como esa, eres parte y cómplice de los crímenes y consecuencias más indescriptibles, así es que creo en ser veraz, no neutral.”

Christiane Amanpour

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Es absurdo negar que hubo abusos y crímenes por parte de las fuerzas del orden durante la guerra contra el terrorismo, pero también es cierto que hay un relato acerca de lo que ocurrió en ese periodo que distorsiona y eventualmente falsea los hechos, al punto de dar la impresión de otorgarle una suerte de victoria moral al senderismo. No hemos salido de la estructura de los 80, en la que una izquierda marxista ambivalente frente al senderismo centró su activismo en denunciar abusos y crímenes de las fuerzas del orden, mientras éstas acusaban a aquella de pro senderista. Seguimos anclados en los 80 en lugar de ver las cosas desde la estrategia inteligente y ganadora que se aplicó a partir de los 90, a fin de capitalizarla para el país y entendernos mejor.

Comencemos analizando cómo se manifestó ese relato distorsionador en la versión de los hechos que dio la guía del Lugar de la Memoria (LUM), Gabriela Eguren, al congresista Donayre disfrazado de sordomudo. El video aparentemente fue editado de modo que tenemos que tomar en consideración que puede haber frases extraídas de su contexto. De todos modos, lo que aparece, aun descontextualizado, coincide con una manera de mirar las cosas que es bastante común.

Equivalencia ontológica

Lo primero fue la presentación de lo ocurrido como un conflicto entre dos partes, Sendero Luminoso (y el MRTA) y las Fuerzas del Orden (o el Estado Peruano). La estructura de base de esta visión de esos años de horror parte de poner a ambas partes implícitamente al mismo nivel, en pie de igualdad, como si tuvieran la misma legitimidad o el mismo nivel ontológico. Por supuesto, no lo tienen. Sendero Luminoso atacó a la sociedad y al Estado de manera criminal, guiado por la locura ideológica de la lucha armada para tomar el poder e instaurar el paraíso comunista. El Estado peruano se defendió mal durante mucho tiempo –y cometió crímenes, sí- pero al final aplicó una estrategia inteligente que permitió la victoria.

Esta falaz equivalencia se manifestó de manera flagrante cuando la guía igualó implícitamente a Fujimori con Abimael Guzmán. Dijo: “Se ha indultado a Fujimori bajo el supuesto motivo de que está enfermo. Con esa premisa el abogado de Abimael Guzmán podría pedir que lo liberen porque también está enfermo y viejo”. Y culminó diciendo “En el último juicio se le veía muy mal”, dejando ver incluso una cierta empatía con la condición del cabecilla terrorista. Cierto es que habría que escuchar todo el contexto de su explicación.

Ausencia de estrategia y Uchuraccay

La guía menciona, sí, en parte como explicación de los abusos, que “no hubo estrategia militar hasta el 89”. Y es verdad: en ausencia de una estrategia inteligente, la violencia asesina sin rostro del senderismo desató una espiral de respuestas ciegas que en ocasiones llegó al extremo del arrasamiento de poblaciones sospechosas. Por razones que vamos a explicar –que incluyen la oposición de la izquierda, como veremos- el Estado tardó mucho en aplicar una estrategia eficaz. Esta fue concebido por los militares, efectivamente, el 89, y antes por la sociedad civil –en mesas redondas organizadas por el diario Expreso y en otros foros-, pero lo que se soslaya y por lo general –no solo en este caso- nunca se menciona, es que quien aplicó dicha estrategia fue Alberto Fujimori. Y lo hizo bien. Condujo personalmente la alianza con las comunidades para darles armas y apoyo social. Y se le dio recursos a la Dincote para ubicar a la cúpula y a Abimael Guzmán. El país no ha valorado ni capitalizado, como veremos, esta estrategia. La manera como Fujimori pretendió perpetuarse en el poder lo ha impedido.

Pero hay que señalar que esta estrategia pudo haberse aplicado desde 1982, ocho años antes, pero lamentablemente el embrión de alianza de las fuerzas del orden con la población, que estaba en gestación, abortó luego del trágico malentendido de Uchuraccay. Los intentos de organización comunal para defenderse de Sendero, respaldados verbalmente por las fuerzas del orden, que derivaron en la muerte de 8 periodistas,  fueron satanizados como grupos “paramilitares” por la izquierda. ¿Qué ocurrió?  En enero del 2003 las autoridades habían informado acerca de la muerte de varios senderistas en la comunidad Iquichana de Huaychao, y que los autores serían los campesinos. Se formó entonces un grupo de periodistas para ver si eso era cierto y qué había pasado. Para muchos, vinculados a la izquierda de entonces, era inconcebible que comuneros ajusticiaran a revolucionarios.

Lo que ocurrió fue terrible: los periodistas que emprendieron la expedición para verificar los hechos fueron asesinados por los campesinos de una comunidad vecina, también Iquichana, Uchuraccay. Las comunidades iquichanas, que habían sufrido asesinatos y exacciones por parte de los senderistas, habían tomado la decisión, en dos asambleas realizadas previamente, de enfrentar y dar muerte a los terroristas que aparecieran por sus lares. Confundieron a los periodistas con terroristas, y ocurrió la espantosa matanza. Un trágico malentendido.

Por supuesto, la izquierda en ese momento no creyó la versión de que los comuneros fueran los responsables. Acusaron directamente a los militares o a un grupo paramilitar de haberlo sido. Esa sindicación ha perdurado, en esos sectores, hasta nuestros días, transformada en la versión que dio la guía del LUM: “En Uchuraccay los comuneros terminan asesinando a los periodistas por órdenes de los militares”. No fue así. Los comuneros tomaron ellos mismos la decisión en una asamblea, ante exacciones y asesinatos –repetimos- cometidos por los senderistas. La Comisión de la Verdad narra los hechos así:

“…a inicios de diciembre (de 1982) el PCP Sendero Luminoso asesinó a Alejandro Huamán, presidente de la comunidad (de Uchuraccay), así como al comunero Venancio Auccatoma. En el caso de Alejandro Huamán, … acusándolo de ser un «soplón» y «yana uma» (cabeza negra). Su nuera, Dionicia Chávez Soto, fue herida de bala en ambos muslos al intentar defenderlo, mientras algunos de los miembros del PCP SL allanaron la casa de ichu y luego la quemaron. Alejandro fue conducido a la plaza del pueblo, siendo sometido a un juicio popular y encerrado en el local comunal. En horas de la tarde, a pesar de los ruegos de su esposa, hermanos e hijos, Alejandro fue asesinado baleado en la frente… Lo mismo hicieron por esos mismos días con el presidente y teniente gobernador de la vecina comunidad de Huaychao, Eusebio Ccente y Pedro Rimachi, asesinados en plena plaza del pueblo.

(Entonces) las comunidades se organizaron para enfrentar violentamente a los miembros del PCP SL, reuniéndose en el local comunal de Uchuraccay: […] realizaron una asamblea comunal reuniéndose en esta casa comunal cada domingo, acordando por unanimidad de votos realizar los actos de legítima defensa de sus vidas y de sus integridades físicas contra los terroristas, causándoles muerte… asimismo acordaron pedir ayuda a las comunidades de Huaychau, Cunlla, Ccocha Ccocha, Ccochan, Paria… De esta forma, Uchuraccay fue asumiendo el liderazgo de lo que fue la primera rebelión multicomunal contra el PCP Sendero Luminoso…, buscando el apoyo de las fuerzas del orden, para lo cual enviaron emisarios a las ciudades de Huanta y Ayacucho solicitando garantías y protección…

El 21 de enero, …se produjo la matanza de siete miembros del PCP SL en las comunidades de Huaychao y Macabamba… Por esos mismos días, cinco miembros del PCP SL fueron asesinados en Uchuraccay.

…..

(Luego de eso), “El general Noel informó del envío de una patrulla terrestre y de un comando helitransportado para prestar protección a las comunidades, la cual llevaba consigo alimentos, así como reconocimiento del presidente Belaunde por las acciones emprendidas contra los miembros del PCP SL. Es así como ese día llega en helicóptero a Uchuraccay un comando de 15 efectivos de los Sinchis, quienes se quedaron a pernoctar en la comunidad. El mensaje que dejaron a los campesinos fue claro: continuar con ese tipo de respuestas, matando a todo extraño que llegara a la comunidad a pie…”[1]

De modo que el asunto es claro: los comuneros sufrieron ataques y muertes por parte de los senderistas, se reunieron en asamblea donde tomaron la decisión de organizarse para dar muerte a los senderistas que se acercaran, y luego de ello, cuando ya habían actuado y matado a 13 senderistas cuando menos, recibieron la visita de los Sinchis que los alentaron a continuar con sus acciones. No actuaron, entonces, por órdenes de los Sinchis, como dijo la guía.

Debe resaltarse que hubo aquí un esbozo de colaboración –aunque muy elemental y con resultados trágicos- entre las fuerzas del orden y las poblaciones campesinas, para enfrentar a Sendero. Era el embrión de una estrategia inteligente y eficaz. Sin duda, esa colaboración primaria hubiese podido evolucionar hacia una alianza más elaborada al estilo de la que finalmente se dio a comienzo de los 90, pero los esfuerzos en esa línea abortaron cuando la fuerza armada fue satanizada por formar grupos paramilitares o acusada directamente de haber ella asesinado a los periodistas. Fue la campaña de la izquierda, en buena cuenta, la que segó esa posibilidad y postergó 8 años la ejecución de la estrategia que derrotó a Sendero.

Ambigüedad de la izquierda

Aquí hay que recordar que la tesis de la lucha armada para tomar el poder e instaurar la dictadura del proletariado con el partido marxista-leninista-maoísta como vanguardia de la revolución, era compartida por toda la izquierda marxista de entonces, solo que discrepaba de la oportunidad. “Este no es el momento”, argumentaba, porque no estaban dadas las condiciones objetivas y subjetivas. Esa izquierda entonces fue ambigua, ambivalente, frente a Sendero, y tendió a jugar un partido contrario a la actuación de las fuerzas armadas. Como en este caso.

La guía del LUM formuló otras afirmaciones ya francamente falsas, que probablemente reflejan la persistencia en el tiempo de esas posiciones primigenias. Hablando del emerretista Tito, que habría sido ejecutado fuera de acción luego del operativo Chavín de Huántar en la embajada de Japón, agregó que “los otros 13 se asume que han sido ejecutados extrajudicialmente por la trayectoria de la bala, pero no hay un testigo que pueda dar fe de todo esto…”. Esa tesis es inaudita, absolutamente falsa.

Es cierto que las versiones de la guía no reflejan la exposición del LUM, que intenta recoger la historia en su complejidad. Pero reflejan una polarización en este tema que se mantiene y eventualmente se agrava con el paso del tiempo. La sobrevivencia de los prejuicios de izquierda y los juicios a los militares que no terminan nunca e incluso se reabren 36 años después –como el caso El Frontón-, lleva a algunos los sectores vinculados a las fuerzas armadas a rechazar cualquier versión de la otra parte.

El valor de la estrategia ganadora

Y esto es causa y consecuencia, a la vez, de que la polémica se centre en si hubo o no abusos y crímenes por parte de las fuerzas del orden –algo que no tiene sentido negar, y que es inevitable por la espiral de violencia ciega que se desata cuando no hay una estrategia adecuada-, en lugar de centrarse, precisamente, en la manera como fuimos capaces de derrotar a Sendero Luminoso, con una estrategia inteligente que permitió lograr un resultado que parecía imposible y que muy pocos países con movimientos subversivos tan crueles han logrado, y de la cual no hemos sido capaces hasta ahora de extraer las lecciones y enseñanzas que entraña.

Si discutiéramos a partir y en torno a eso, cambiaría el tono general y podríamos encontrar aproximaciones y entendimientos. Fue una estrategia, repetimos, inteligente, basada en una alianza con los campesinos y en inteligencia policial en las ciudades. El Perú no ha podido capitalizarla para su orgullo nacional ni para sus políticas públicas porque quien la aplicó –pese a que no la inventó- fue Fujimori. La manera lamentable como terminó su gobierno se llevó consigo buena parte de lo positivo que hizo.

El resultado ha sido, por ejemplo, que, en algunos textos escolares, lejos de resaltar la excelencia de la estrategia aplicada en un país tan precario, haya más párrafos dedicados a describir las violaciones de derechos humanos cometidos por las fuerzas armadas que los dedicados a describir la locura genocida de Sendero Luminoso originada en una ideología que creía en el asesinato como método para alcanzar el poder y establecer la dictadura del proletariado.

Sendero fue derrotado cuando el Estado y los militares entendieron que los comuneros no eran enemigos sino esencialmente amigos del Estado y que en lugar de sospechar de las comunidades había que aliarse con ellas dándoles armas y ayuda cívica. A partir de ese momento fueron los propios ronderos quienes señalaron y derrotaron a los terroristas. Fue un paso muy importante porque en la relación de las fuerzas del orden con los campesinos quechua hablantes se reproducía en alguna medida el tipo de relación criollo-indio de origen colonial, acaso el problema principal de nuestra sociedad.

Para derrotar a Sendero, entonces, fue necesario, en buena cuenta, superar la distancia étnica y saldar y soldar la fractura colonial. Esa alianza horizontal y victoriosa entre el Estado criollo y los comuneros andinos redimió, en cierto sentido, la historia, y redimió los horrores de la década anterior. Y convirtió en ciudadanos -del Estado Peruano, salvado por ellos- a los campesinos, por lo menos en ese momento, aunque lamentablemente el país no pudo consolidar esa conquista en un reconocimiento permanente, pues se optó por cultivar la imagen de los campesinos sólo como víctimas en lugar de encumbrarlos como ciudadanos-vencedores y salvadores del país. 

La misma noción de alianza denota horizontalidad. El protagonismo campesino, incluso en el diseño de estrategias, lo convirtió en ese momento en ciudadano pleno actuando en un marco que iba más allá de la defensa de su localidad. Las rondas sentían encarnar la democracia, el Estado, la defensa del país como tal.

Podríamos afirmar, inversamente, que al final Sendero Luminoso fue derrotado porque replicó en su relación con las “mesnadas” andinas una estructura de dominación feudal. Es decir, una relación patrón-siervo, en su grado extremo. Los dirigentes de Sendero no eran indígenas. Eran blancos (algunos, como Abimael Guzmán, costeños) o mistis cuyos padres, en algunos casos, habían perdido sus haciendas o fundos con la reforma agraria. Ellos, más bien, replicaron con la base campesina, de una manera perversa y asesina, el mismo tipo feudal de relación heredado de sus padres y abuelos, e instrumentaron al campesinado como carne de cañón. El Perú, en cambio, sólo pudo derrotar a Sendero precisamente cuando superó la tara colonial y consideró a los comuneros como iguales. En ese momento los campesinos, aliados horizontales de la fuerza armada y del Estado peruano, se sintieron, en efecto, ciudadanos ya no sólo de su comunidad, sino del país, y vencieron a los terroristas. Habían jugado un papel nacional, como lo habían hecho en la campaña de la Breña junto a Cáceres, contra los chilenos, la única campaña en la guerra del Pacífico en la que nuestro país obtuvo victorias y puso en jaque a los chilenos.[2]

Sin duda, el enfoque de reparación a las víctimas es necesario. Pero la mejor reparación es, a nuestro juicio, el reconocimiento por el papel que jugaron las comunidades en la derrota de Sendero y en la salvación del Estado peruano, no solo con conmemoraciones al respecto, sino difundiendo en todas las familias campesinas las tecnologías de Sierra Productiva a fin de que la ciudadanía que conquistaron en la guerra contra Sendero se transforme en una ciudadanía económica efectiva.

Estudiar y debatir la estrategia que derrotó a Sendero Luminoso ayudaría a revalorar el papel de los actores principales en este trágico episodio de nuestra historia, lo que contribuiría a dejar de lado discusiones absurdas, reducir la polarización y encontrar terrenos comunes de entendimiento. Lampadia

 

[1] Informe de la Comisión de la Verdad, pp. 129-132

[2] Ver “La Promesa de la Democracia”, Jaime de Althaus, Planeta, 2011




Sendero Luminoso (asesinos y narcos): sus órganos de fachada deben ser excluidos de la política nacional

Sendero Luminoso (asesinos y narcos): sus órganos de fachada deben ser excluidos de la política nacional

Desde mediados de los 80 era evidente que el grupo genocida y terrorista Sendero Luminoso (SL) estaba vinculado al narcotráfico. Abundantes informes de inteligencia, así como valientes denuncias periodísticas daban cuenta de que buena parte de las actividades criminales de SL eran financiadas por el cobro de cupos y relaciones directas con los capos del narcotráfico. 

 

 

Cuando en setiembre de 1992, la policía detuvo a Abimael Guzmán y esta organización se empezó a desarticular como un castillo de naipes, los únicos lugares en que los terroristas mantuvieron su accionar hasta llegar a hacerse endémicos fue en dos valles cocaleros: el Huallaga y el conocido como VRAE (valle del río Apurímac y Ene).

¿Porqué pudo SL sobrevivir al asecho de las Fuerzas de Seguridad Nacionales en esos lugares? Porque se convirtieron en cárteles de la droga. Cada vez más alejados de disculpas ideológicas y de sus criminales aspiraciones de convertir al Perú en una dictadura maoísta, sus líderes Florindo Eleuterio Flores Hala, más conocido como camarada ‘Artemio’ en el Huallaga y, el clan de los Quispe Palomino (integrado por Víctor, alias camarada ‘José’ y por Jorge Quispe Palomino) en el VRAE, se erigieron como los capos de unos bien montados carteles de narcotraficantes que controlaban el sembrado, la elaboración de pasta básica, el trasiego de cocaína y su venta en estos valles.

Por ello, sus ataques, emboscadas y asesinatos selectivos estaban dirigidos a evitar la presencia policial en la zona e impedir que la producción de droga fuera amenazada.

Desde que Artemio fuera capturado hace tres años y recluido en la Base Naval del Callao, el narcotráfico se ha reducido considerablemente en el Huallaga y este valle ha recuperado su producción y crecimiento (Ver en Lampadia: Cae producción de coca en el Huallaga).

También ha contribuido para esta mejora, que se capture a todos los dirigentes cocaleros de la zona, entre ellos a Iburcio Morales, alcalde y líder del valle del Monzón, los cuáles recibían órdenes de Artemio como se comprobó fehacientemente con audios y videos. Entre estos dirigentes cocaleros se encontraba las ex parlamentarias nacionalistas Nancy Obregón y Elsa Malpartida, hoy presas.

En el VRAE, en cambio, los Quispe Palomino han conseguido mantener sus operaciones, aunque varios golpes de las fuerzas del orden han limitado su capacidad de acción. Aún así, este es uno de las zonas que más cocaína produce en el mundo.

Es por ello que Departamento del Tesoro de los Estados Unidos a comienzos de junio calificó a Sendero Luminoso como una “organización criminal narcoterrorista” y lo incluyó en la Kingpin Act (considerada la lista negra de narcotraficantes internacionales), a la que agregó a sus tres líderes: Víctor Quispe Palomino, a su hermano Jorge Quispe Palomino y a ‘Artemio’.

El documento señala: “Desde que fue creado, hace tres décadas, Sendero Luminoso evolucionó de un grupo militante terrorista a una organización criminal narcoterrorista responsable por traficar cocaína a toda Sudamérica”.

Esperamos que esta medida tomada por Estados Unidos sea imitada por los países europeos. El Perú no olvida que muchas de estas naciones no solo fueron complacientes con Sendero, sino que incuso los apoyaron con asilos, permitiéndoles levantar fondos y dándoles libertades para promocionar su causa genocida financiada con el narcotráfico.

Casi en simultáneo a su inclusión en el Kingpin Act, los tres dirigentes terroristas han sido denunciados en una corte de Nueva York por dirigir operaciones de narcotráfico para financiarse.

Los denunciados serán procesados en ausencia bajo cargos de terrorismo, narcotráfico y tráfico de armas, que les podría acarrear una sentencia de cadena perpetua. Los tres serían pasibles de ser extraditados a los Estados Unidos.

Según el fiscal estadounidense Preet Bharara y de Michele Leonhart, funcionario de la Administración de Control de Narcóticos de Estados Unidos: “Estos acusados son líderes de una organización paramilitar homicida, y ellos mismos ordenaron emboscadas que causaron la muerte de casi dos decenas de soldados y policías peruanos (…). El producto del tráfico de cocaína peruana que ellos han acumulado y protegido a veces termina siendo vendido en Estados Unidos”. Esa es la razón por la que se está pidiendo que sean juzgados en una corte norteamericana.

Después de décadas de asesinatos y ataques a la sociedad peruana, se termina reconociendo que esta banda criminal no solo es sanguinaria sino también un simple cartel de la droga. En eso acaban estos intentonas socialistas y subversivas: buscando el beneficio propio de sus líderes y convirtiéndose en delincuentes comunes. Así pasó con las FARC y ese también parece el camino (o sendero) del chavismo que ya tiene a varios de sus dirigentes denunciados por narcotráfico en juzgados estadounidenses.

El daño ocasionado al país, su terca negativa a reconocer estos crímenes y abandonar su culto por la violencia así como sus vinculaciones con el narcotráfico debe llevar a las organizaciones democráticas y las instituciones gubernamentales a estar atentas a sus acciones. Sendero Luminoso y, en especial, todos sus organismos de fachada como el Movadef y otros (Hijas del Pueblo, Jóvenes del Pueblo, Filas Proletarias), deben ser excluidos de cualquier participación en la vida política de la nación. Ellos son enemigos de una sociedad libre, no creen en la democracia y aspiran a convertir al Perú en un narcoestado. En la democracia y sociedad peruana no pueden ni deben participar. Lampadia