Ricardo Ruiz Caro Villagarcia
Cusco, mayo del 2020
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Mediante los ritos y ceremonias que disciplinadamente practicaban en las 328 huacas del Cusco, el Willaq Umu y un nutrido séquito de sacerdotes y oficiantes se encargaban de mantener activa la conexión del Tawantinsuyu con las fuerzas y potencias sobrenaturales que lo protegían. Dichas huacas se organizaban en torno a una compleja trama espacial de Ceques que las interconectaban como un gigantesco khipu desplegado en el espacio bajo el soporte de un complejo tejido social de panacas encargadas del ritual y sostenimiento de cada una de ellas. El eje de todo ese sistema sagrado era sin lugar a dudas el esplendoroso Inti Raymi, en el que, tres días después del solsticio de invierno, se celebraba la victoria anual del sol sobre las tinieblas.
En medio de la guerra fratricida por la sucesión del Imperio entre los hijos de Huayna Cápac (el último Sapa Inca), las huestes de Atahualpa y sus aliados norteños cañaris exterminaron a toda la casta religiosa de oficiantes cusqueños, rompiendo esa conexión que desde el inicio del tiempo descendía desde el supremo Hanaq Pacha para proteger al Qosqo ancestral. Esa desoladora desprotección en que quedó el Tawantinsuyu hizo infructuoso todo intento por combatir la invasión, destrucción y oprobio que derrocaron al Imperio más grande que existió en esta parte del mundo.
Persistencia y reinstauración contemporánea del Inti Raymi
Con la Conquista, casi todas las grandes celebraciones del Incario fueron borradas de la memoria colectiva local, como el Capac Raymi y el Sitwa Raymi; sin embargo, la persistencia simbólica del Inti Raymi siguió siendo tan poderosa que cuando en 1572 el virrey Toledo lo abolió oficialmente, el espíritu andino encontró la forma de hacerlo pervivir en el imaginario ancestral por varios siglos bajo la vestidura del Corpus Christi. Son notables las equivalencias y concordancias conceptuales e ideográficas entre santos y divinidades andinas que demuestran este vínculo, como el parentesco simbólico entre San Cristóbal con el Rayo, que representa al templo mayor de Saqsaywaman.
En 1944, la brillante iniciativa del maestro Humberto Vidal Unda y un grupo de notables cusqueños y cusqueñistas de reponer esta celebración cuatro siglos después logró que rápidamente el nuevo Inti Raymi se convirtiera en el símbolo mayor de un Cusco que recuperaba su memoria histórica, bajo el impulso de ese poderoso “unificador” social y espiritual” que fusionó mito, historia y actualidad, vistiéndose cada año de pasado, continuidad y vanguardia. Desde ese momento, el nuevo Inti Raymi, bajo el formato de una escenificación, solamente una vez dejó de celebrarse(i), sobreponiéndose incluso a los momentos del más crudo y sanguinario terrorismo que azotó al país y consolidándose en una pieza vital para la construcción simbólica de nuestra sociedad actual.
El Inti Raymi y las Fiestas del Cusco en tiempos de pandemia
Es evidente que la crisis que estamos viviendo por la pandemia y su desolador impacto en pérdidas humanas, materiales y morales hace manifiestamente impertinente cualquier forma de celebración o fiesta, como nuestras llamadas “Fiestas del Cusco”. Más aún, su percepción pública en este contexto equivaldría a un acto de frivolidad y despilfarro totalmente contraproducente con la situación global actual del país y del mundo, sin mencionar lo poco solidario que sería promocionar un espíritu de fiesta en medio del dolor y la perdida que muchos sufren en estos días.
Sin embargo, y desde otra perspectiva, quebrar en este año 2020 la continuidad de esta celebración demostraría poca lealtad de parte nuestra hacia la identidad histórica que nos ha forjado como pueblo. No conmemorar el día del Cusco este 24 de junio a través del Inti Raymi nos privaría también de mantener la ritualidad que año a año nos permite reencontrarnos como cusqueños y restablece un nuevo ciclo de conexión de este “ombligo del mundo” con el supremo Hanaq Pacha para que nos regale su divina protección, justamente en momentos como los actuales en los que tanto la requerimos.
¡¡¡Inti Raymi SÍ!!! Fiestas del Cusco NO!!!
Para cerrar la idea expuesta, es necesario dejar en claro que lo que se está proponiendo concretamente es cancelar por este año el concepto de “Fiestas del Cusco” en solidaridad al momento actual de la humanidad entera, pero al mismo tiempo mantener la conmemoración del Inti Raymi bajo un formato que nos permita “volver a los orígenes”, a través de una ceremonia de ofrenda y agradecimiento al divino Inti (hijo de Viracocha, Dios hacedor del mundo) y consulta a la Kallpa mediante los oráculos, como era desde el inicio de los tiempos.
Volviendo a los orígenes
Responder con dignidad al compromiso que tenemos con la historia, con nuestra identidad y con nuestra tradición exigiría privilegiar el “constructo ritual” de la celebración por encima del espectáculo público, enfatizando y expresando hasta donde sea posible, en una ceremonia solemne pero austera, los roles originales de esta celebración. Nos referimos a la función del Willaq Umu como Siervo del Sol en la lectura de la Kallpa, apoyado del Punchaopvillaq para la adoración del divino astro, el Malquipvillaq para la comunicación con los difuntos Incas presentes en la ceremonia y el Quillawata Khipucamayoq en la lectura astronómica en el Muyuq Marka, la noche del solsticio de invierno, junto al Sapa Inca y los Señores de los cuatro suyus.
De esa forma lograríamos también mantener presente en la retina del mundo al Cusco y su milenaria tradición, para el momento en que las fronteras se reabran y podamos seguir transmitiendo desde Saqsaywaman, Machupicchu y todos los oráculos del antiguo Perú, el mensaje civilizatorio de uno de los principales centros creadores de la cultura universal, ese mensaje que nos pone en espera de que llegue el tiempo anunciado por el Huacapvillaq, en el cual el cuerpo del Inkari Redentor se terminará de reintegrar y nos traerá un nuevo Pachakuti(ii) de prosperidad, como un ciclo perpetuo que se repite cada milenio, cada “retorno ritual del tiempo”, cada vez que el mundo se renueva…
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Nota (i) El año 1973 se canceló la celebración del Inti Raymi a causa de los hechos de violencia y la Ley Marcial y toque de queda que se impusieron en tiempo de “la revolución peruana” de Velasco.
Nota (ii) En la antigua tradición del Perú, y en consideración a su etimología quechua, Pachakuti significa “cuando el tiempo re renueva” o “se troca o gira”, como una forma de jalón de tiempo que sirve para organizar las cuatro Edades de la tierra.