Juan Coronado Lara, Vicepresidente de la Asociación Peruana de Energías Renovables
Gestión, 22 de setiembre de 2017
En julio pasado, todo el sur del Perú se quedó sin luz durante dos días. El apagón afectó hogares, industrias, puertos, aeropuertos, alumbrado público, universidades, todo. Y generó millones en pérdidas por las que nadie responderá.
Este gran apagón fue causado por la falla en una línea de transmisión eléctrica que, en plena oscuridad, desnudó un enorme problema: no tenemos seguridad energética. ¿Y qué causa esta inseguridad? Pues, básicamente, que casi toda la generación de electricidad del Perú está en el centro, particularmente en Lima.
Cuando se desarrolló Camisea que nos trajo el gas natural como una nueva fuente para generar electricidad se optó por construir un ducto y un hub de generación eléctrica en Chilca, concentrando casi el 50% de la generación eléctrica del país en Lima. Para llevar la electricidad desde ahí hacia todo el Perú, se han invertido billones de dólares en concesiones privadas de líneas y subestaciones con cargos al recibo de luz del consumidor por decenas de años y por adelantado (al estilo de los peajes).
Pues bien, ese “centralismo eléctrico” es riesgoso, pues las líneas y las subestaciones eléctricas, comotodo en la vida, fallan, y pueden dejar, como ya ocurrió, a medio país sin luz por mucho más tiempo y con peores consecuencias. ¿Y cómo disminuimos el riesgo? Fomentando la descentralización de la generación de energía.
Gracias a la abundancia de recursos naturales y sostenibles existentes en las regiones, como la energía solar o la energía geotérmica en el sur, o la de los vientos de Piura, Lambayeque, La Libertad y Cajamarca, las hidroeléctricas de la sierra o la biomasa en San Martín y Loreto, se puede romper la dependencia de Lima y del sistema de transmisión eléctrica. Las inversiones en nuevas líneas solo deberían darse para conectar a aquellos pueblos que aún no tienen luz, como muchos en nuestra sierra y selva. El año pasado, el sur tuvo el costo marginal de la energía más alto del Perú, esto debido al retraso en la construcción de líneas eléctricas . Al operador del sistema no le quedó otra alternativa que abastecer la región produciendo energía con las plantas de diésel ubicadas al sur, y de la noche a la mañana, el precio pasó de US$ 40 a US$ 150, por un buen tiempo. ¿Y quién pagó estos excesos? Todos los usuarios de electricidad, siendo el que más sufrió el usuario domiciliario.
Así las cosas, es evidente que urge descentralizar la generación de energía y cortar con esa dependencia de las inseguras líneas de transmisión eléctrica que, extrañamente, ProInversión subasta bajo el título de “seguridad energética”, a pesar de que la Ley de Seguridad energética del 2012 tiene como directriz la descentralización de la generación eléctrica.
El aire, el agua, el sol y el calor de la Tierra están ahí y son fuentes limpias e inagotables, y pueden ser aprovechadas por cada región para generar su propia energía. Este Gobierno, o bien el Congreso, tienen en sus manos la posibilidad de generar medidas de promoción de la generación renovable en las regiones, aprovechando la existente Ley de Promoción de Energías Renovables antes de que algún otro “experto” sugiera como solución hacer otra línea.