Por: Alberto Morisaki, Gerente de Estudios Económicos de Asbanc
Gestión, 15 de enero de 2019
La inclusión financiera es un concepto que sintetiza el acceso y uso de servicios financieros de parte de personas y empresas. Específicamente, se refiere a la inserción de nuevas personas y unidades productivas al sistema financiero, es decir, de aquellas que previamente no han tenido ningún producto o no han hecho uso de ningún servicio financiero, ya sea por lejanía geográfica, desconocimiento o simple falta de interés.
Originalmente, el concepto estuvo relacionado a las microfinanzas, a partir de iniciativas pioneras, como la de Muhammad Yunus con su banco Grameen, en Bangladesh, con el cual financiaba a personas muy pobres, ayudándolas a salir de la pobreza. Sin embargo, con los años el concepto maduró para ser definido como “inclusión financiera”, justamente por el poder que demostró tener para generar beneficios de diversa índole para aquellos previamente excluidos.
Y es que, además de incidir en la reducción de la pobreza, la inclusión financiera ha demostrado influir positivamente en otros ámbitos complementarios como la propensión al ahorro, el nivel educativo, la seguridad y eficiencia en las transacciones (ahorro de tiempo y costos), entre otros. A su vez, a nivel de países, las estadísticas muestran que la inclusión financiera se relaciona negativa o inversamente con la corrupción y la informalidad, pero directamente con la recaudación fiscal y con diversos índices de desarrollo humano y económico.
A partir de ello, existe un interés creciente por fomentar la inclusión financiera alrededor del mundo. Y se trata, además, de un esfuerzo compartido por el sector público y el privado. De parte del sector privado se evidencia un desarrollo constante de soluciones y tecnologías para acercar los servicios financieros a la población, apuntando a una digitalización cada vez mayor de los mismos.
En ese contexto, bastante sonadas son las alternativas de acceso a servicios financieros a través del teléfono móvil, ya que la gran penetración de los celulares permite apalancar la expansión de la cobertura y uso de servicios financieros. A su vez, son cada vez más los países cuyos gobiernos han desarrollado y puesto en marcha estrategias nacionales de inclusión financiera, las que constituyen espacios nacionales de coordinación y colaboración multisectorial dedicados a promover el acceso y uso de servicios financieros entre los sectores más vulnerables de la población.
Al respecto, cabe señalar que el Banco Mundial, en su más reciente edición de su estudio Global Findex, reveló que el actual progreso en inclusión financiera ha sido en gran parte resultado del crecimiento de los pagos digitales, de políticas gubernamentales específicas, y gracias a una nueva generación de servicios financieros a los que se accede a través de teléfonos móviles e Internet.
En cuanto a nuestro país, el mismo reporte reveló un significativo avance en el porcentaje de adultos que acceden a servicios financieros, cifra que pasó de 20% en el 2011 a 43% en el 2017. Y si bien aún es largo el camino a recorrer, se prevé que los esfuerzos del Estado y la empresa privada nos permitan cerrar las brechas que aún mostramos.