Choquekiraw, descubierta todavía en el siglo XVIII, bastante antes de Machupicchu quedo en el semi-olvido por más de 200 años, varios factores influyeron en este hecho, tal vez el más importante fue el año en que se descubrió 1768, el mundo Europeo y particularmente la Academia no estaban interesados en la cultura andina, las colonias de Norteamérica no habían iniciado la guerra de su independencia.
En los años 80 COPESCO inicio su restauración y ha puesto en valor el monumento, que hoy con la ayuda de la tecnología está a punto de convertirse en un producto turístico.
La construcción de un teleférico, desde Kinualla a Choquekiraw (después de obtener los permisos necesarios de la DRC, del gobierno regional del Cusco y el famoso permiso social de los actores locales, ¿nos preguntamos si habría sido más fácil gestionar los permisos primero?) pondrá en el circuito turístico a este impresionante y singular destino que permitirá ampliar la oferta turística del sur del Perú generando nuevos productos.
Serán beneficiados principalmente el Cusco como eje de operaciones, dando mayor uso a su planta Turística y Abancay donde se desarrollará una nueva infraestructura de servicios.
Para hacerlo posible, es fundamental la construcción de una nueva carretera, que partiendo desde el desvío ubicado entre el Abra de Abancay y Saywite sobre la transoceánica, nos conecte con Kinualla; Esta debe tener además un ramal, que descienda por la quebrada hacia la antigua Hacienda San Ignacio, donde como se verá más adelante plateamos la estación de partida del Servicio de telecabinas. (La trocha actual es inadecuada y riesgosa para una operación de las dimensiones propuestas).
Pero debemos advertir que el proyecto en actual licitación, está sobredimensionado, el crecimiento programado para la visita turística es muy alto y difícil de alcanzar, estima llegar en solo un lustro a más de un millón de visitantes por año ( recordemos que a Machupicchu le llevo varias décadas alcanzar estos números).
Otra dificultad que encontramos son las distancias que tiene que cubrir, desde el punto de partida cercano al Cementerio de Kinualla hasta su llegada al otro lado del Apurímac en la montaña donde esta Choquekiraw, hay una distancia de 3.5 kilómetros, distancia extrema cables de esta longitud no existen en el mercado deberán ser fabricados expresamente.
Conociéndose que los cables de los teleféricos tienen una obsolescencia programada, se cambian cada 3 años, (la excepción son los de uso estacional que se cambian cada 5 años en campos de Ski) es decir que los cables hechos a medida para el Teleférico a Choquekiraw se cambiaran antes de haber sido usados realmente. Esto encarece el proyecto y en consecuencia encarece el destino.
Una alternativa viable es descender en el valle por carretera hasta cerca de la antigua Hacienda San Ignacio, desde donde un sistema de Telecabinas será menos costoso y más eficiente, no solo por la menor distancia que hay que cruzar sobre el rio, sino también por la posibilidad de incrementar modularmente la capacidad de operación, menor inversión, menor costo de los pasajes, buscando que Choquekiraw se integre al producto turístico Perú a precios competitivos en el mercado.
Las telecabinas tienen una ventaja adicional, al poder estar más cerca del suelo el impacto visual es menor, siendo así más amigables al medio ambiente, lo que facilitara los permisos, especialmente de Cultura y la licencia social.
Finalmente al constituirse en un monopolio perfecto, el estado debe crear un órgano regulador, el mismo que no solo debe controlar los precios al público una vez concluida la obra, sino también los costos de inversión, sugiriendo el uso de las alternativas más viables.