El Comercio, 7 de Marzo de 2017
Uno de los primeros actos de Hillary Clinton como secretaria de Estado de Estados Unidos durante el primer gobierno de Barack Obama fue tratar de inaugurar un ‘nuevo comienzo’ en las relaciones con Rusia luego de un período de deterioro a consecuencia de la invasión rusa a la otra república soviética de Georgia. Entregó a su homólogo ruso Sergei Lavrov una pequeña caja de madera con un botón rojo en el centro, con una mala traducción al ruso de la palabra ‘reset’ –muy usada al reiniciar una computadora cuando esta deja de funcionar–. Conocemos que las relaciones entre los dos países no mejoraron en absoluto y se agravarían más tarde con la anexión de Crimea.
Luego del descomunal daño del que hemos sido víctimas por la avalancha de corrupción e intervencionismo en nuestros asuntos internos, Brasil, que hoy sufre los estragos de 12 años en el poder del Partido de los Trabajadores (PT), pretenderá ‘resetear’ las relaciones con el Perú. Nuestro país no debe permitir una fácil reaproximación sin que antes medie un extenso proceso de negociación que incluya una amplia gama de compromisos. En resumen: no debe haber ‘reset’ sin acto de contrición y propósito de enmienda. Los peruanos esperamos que el Perú no acepte un ingenuo y simple pedido de inaugurar ‘un nuevo comienzo’ en nuestras relaciones políticas y comerciales.
Esto último es lo que parece insinuar el embajador brasileño en un artículo publicado en estas páginas el 15 de febrero, en el que pretende que creamos que lo sucedido se reduce al comportamiento de unas cuantas empresas corruptas y que, alejándonos de ellas, todo se arregla. Hay que recordarle al embajador que los estados son ‘entidades continuas’ y que sus gobiernos, aunque no estén más en el poder, representaron al Estado –de otra manera un gobierno, por ejemplo, no podría firmar un tratado internacional–.
No fueron algunas empresas corruptas actuando solas. El embajador, al igual que sus compatriotas, sabe que fue el gobierno del PT, en acuerdos muy estructurados con empresas corruptas, el que durante 12 años se encargó de subvertir a su cancillería, su Banco de Desarrollo (BNDES) y a su Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) para perpetuarse en el poder. Sabe que canalizó masivos recursos de sus empresas públicas y semipúblicas (a su vez subsidiadas por el Estado Brasileño vía el BNDES) hacia su proyecto político de perpetuarse en el poder.
Más aun, existió intromisión en la política de gobiernos soberanos mediante la conducción y liderazgo del PT en el Foro de Sao Paulo (el organismo creado por Fidel Castro y Lula para aglomerar a todos los partidos de izquierda de América). El objeto de tal ayuda fue facilitar que estos partidos lleguen al poder y tenerlos entre sus adeptos en su afán de convertirse en ‘gran potencia’; acceder a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y erigirse como líder de toda Sudamérica. Al mismo tiempo, sus llamadas “empresas campeonas” en simbiosis con el Gobierno hacían negocios en toda América.
El pretendido ‘nuevo comienzo’ en las relaciones con Brasil deberá partir de un genuino acuerdo que cambie la postura predatoria del PT por un verdadero espíritu de cooperación entre dos naciones vecinas. A mi juicio, tal acuerdo debe primero instituir la hoy inexistente reciprocidad respecto del pleno acceso al mercado peruano del que goza Brasil. El 75% de todo lo que importa Brasil hoy del Perú son commodities, mientras su mercado permanece muy cerrado a otros productos manufacturados y agrícolas que nuestro país exporta en volúmenes importantes a naciones vecinas pese a que sus mercados representan una fracción comparados al brasileño.
Segundo, cancelar cualquier encuentro programado entre Mercosur y la Alianza del Pacífico (AP), cuya exitosa constitución Brasil trató de neutralizar desde su inicio por considerarla una amenaza. Personalmente, vi al ex canciller Celso Amorín ‘invitándose’ a reuniones preparatorias de la AP en Lima. Mientras tanto, Brasil alentaba tácitamente las críticas a la AP por parte de Cristina Fernández de Kirchner y Evo Morales. Más subrepticia ha sido la estrategia de otros miembros del Foro y el gobierno de Michelle Bachelet y su canciller Heraldo Muñoz proponiendo el sinsentido de una “convergencia en la diversidad” de ambos bloques; algo que frenaría sin remedio a la AP.
Por último, los países de la AP deben asegurarse de que la participación creciente de la Bolsa de Sao Paulo (Bovespa) no entorpezca el total despliegue de fusión y operatividad del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA) que apunta a la unión de todas las bolsas de la AP.