¿Cómo se mide la creatividad de una sociedad? Hace dos días, el sociólogo Gonzalo Portocarrero afirmó que, salvo en algunas artes y la gastronomía, los peruanos padecemos un déficit de creatividad, por culpa de una mayoría “sumisa y resignada.” En mi opinión, la evidencia dice lo contrario.
Primero, el crecimiento productivo, la reducción de la pobreza, y la aparición de una amplia clase media no han caído cual regalos del cielo. Esa mejor vida ha sido el logro de los sacrificios y de las iniciativas innovadoras de millones de familias peruanas, ni sumisas ni resignadas. Los rendimientos por hectárea de campesinos productores de productos tradicionales se han elevado no por arte de magia sino porque, cada productor, individualmente o en asociación, se ha aventurado a cambiar sus prácticas ancestrales. Otros optaron por el camino de migrar a ciudades y crear allí nuevos negocios y hogares. Ambos caminos han significado millones de actos arriesgados de innovación, estimulados por la difusión del conocimiento y por las oportunidades de mercado. La innovación ha cambiado la economía de pequeñas y grandes empresas en todas las ramas, creando el sistema peruano de microcrédito sin garantías reales, potenciando negocios como los taxis, la reparación y el transporte interprovincial mediante el celular y el GPS, transformando el comercio mediante los malls y el delivery, y conectando a empresarios con sus clientes a través del internet. Antes, las universidades enseñaban la buena administración del negocio existente. Hoy, enfatizan el cambio y la originalidad. Los concursos no premian a las empresas más ordenadas en su contabilidad, sino a las que resaltan por su “creatividad empresarial.”
Segundo, tampoco ha faltado esfuerzo creativo para lograr un mejor gobierno. Un termómetro de esa creatividad es el concurso anual de buenas prácticas de gobierno, organizado por Ciudadanos al Día (CAD). El concurso celebra su noveno año registrando un aumento de trece por ciento en el número de concursantes, que ahora sumaron 262. Cada concursante es una entidad pública que declara haber ideado una manera innovadora de mejorar su labor. Las múltiples iniciativas incluyen formas de mejorar la seguridad del tráfico vehicular, de reducir la violencia en escuelas, de apurar los trámites, y de ahorrar en el costo de la pavimentación reciclando pavimento desechado. Muchas de las prácticas sometidas aprovechan las tecnologías del celular y del internet, como un enfermero en Ancash quien creó un sistema de alerta para madres expectantes en base al celular. El concurso deja en claro que la reforma del estado se logra no sólo mediante leyes sino, quizás especialmente, mediante esfuerzos creativos de los funcionarios, pero también mediante el uso creciente tanto de las concesiones y alianzas con entidades privadas, como de la participación y consulta, lo que representa en sí mismo un cambio grande en la manera de hacer gobierno.
Tercero, la sociedad civil es otra fuente de efervescencia creativa. Se ha multiplicado también el número de ONGs, de empresas con responsabilidad empresarial, y de otras dedicadas a fomentar la innovación y las mejores prácticas. En suma, la descripción como “sumiso y resignado” no creo que describa bien a la mayoría de los peruanos de hoy.