La afamada revista de The Economist hace un buen seguimiento a la emergencia de la nueva clase media global, liderada por la China y varios países del Asia. Ellos detectaron, ya hace varios años, que este fenómeno abarcaba a más de 2,500 millones de personas. Para cualquier lector de la revista era claro que se trataba de un proceso de ascenso social que no podía ser calificado como un salto a una naturaleza distinta, sino una evolución paulatina con graduaciones y diferentes niveles de consolidación.
En el Perú, varias instituciones internacionales y locales han venido detectando un fenómeno similar, la emergencia de una nueva clase media, de un conjunto muy grande de familias, que está pasando paulatinamente a mejores condiciones de vida y adquiriendo nuevas costumbres y actitudes.
Sin embargo, a diferencia del debate internacional sobre la nueva clase media que viene desde el Asia, en el Perú se ha desatado un debate que a veces llega al ridículo de calificar de ilusos a quienes seguimos y destacamos este fenómeno. En vez de concentrar el debate en metodologías de medición, o en cómo lograr que este fenómeno se consolide y se proyecte como una nueva realidad social, o plantear relaciones de causalidad para evaluar políticas que lo promuevan, o reaccionar a estudios prospectivos como los del HSBC, que describen el desarrollo potencial del Perú en comparación al resto de países del globo; se llega a negar la emergencia social pretendiendo compararla con las condiciones prevalecientes en los países más desarrollados. Que no tienen lavadoras, que no pagan seguros, que no pagan impuestos, que son vulnerables, que hay que tirar el concepto al tacho, etc.
Veamos las cosas sin tanto apasionamiento, The Economist clasifica como clase media a aquellas familias que tienen un uso discrecional del 30% de sus ingresos. En el Perú Arellano usa el mismo concepto y nos habla de familias que tienen la capacidad de hacer, consistentemente, algunos gastos discrecionales(no todos), unas veces en diversión, otras en educación y otras en ahorro.Por su lado el Banco Mundial y el BID nos dicen, también en comparación con otros países, más allá del numerito en cuestión, que durante los últimos años, el Perú se ha distinguido por unanotoria dinámica de ascensión social.
El concepto de clase media se origina en el siglo XVIII, cuando aparece la llamada “gentry”, una clase social de hombres libres que empezaban a sobresalir en sus negocios, ya sea como propietarios de sus tierras, una suerte de minifundistas, o en industrias y comercio.
Debería sernos evidente que la nueva clase media peruana esta pues, íntimamente vinculada a la evolución de nuestros emprendedores, que representan una fuerza económica y social que ya pasó, hace rato, de ser solamente resistente, a convertirse en uno de los motores de nuestro desarrollo. También es de conocimiento general, que este sector de la sociedad muestra características socioeconómicas muy singulares y actitudes hacia la vida, propias de una clase muy distante de las de los peones del campo y de los obreros tradicionales. Algunos, todavía clasifican a la población por el lado de sus ingresos, me parece, que hacerlo por el lado del gasto, cómo lo hace Arellano, permite detectar y medir el fenómeno, de mucho mejor manera.
Muchas veces en la vida, no vemos lo evidente, sobre todo si nuestros paradigmas o modelos mentales están muy arraigados. Creo que este fenómeno, con mayor o menor intensidad, pero parte incuestionable de esa tremenda transformación que ha experimentado nuestro país durante los últimos veinte años, merece un poco más de análisis y menos poses y pasión.