Juan Claudio Lechín
Blog de Juan Claudio Lechín W., 20 de diciembre de 2015
El socialismo del siglo XXI no abandonará el poder porque pierda elecciones. El chavista Diosdado Cabello acaba de posesionar a un Parlamento Comunal y le ha transferido la televisión y la radio de la Asamblea (ANTV y AN Radio). Con ello quiere debilitar al congreso opositor, recientemente elegido. El 2010, Chávez pergeñó un remedo de los cubanos Comités de Defensa de la Revolución (CDRs), llamadas ley de Comunas y ley del Poder Popular: “el ejercicio pleno de la soberanía por parte del pueblo en lo político, económico, social, cultural” (artículo 2). Aunque estas no tienen respaldo constitucional, el régimen buscará legitimarlas por la fuerza. Tácticamente, con esta medida “comunal”, el régimen de Maduro toma nuevamente la iniciativa y mete a la oposición en su viejo rol de ser reactiva. Como el resto de las oposiciones al populismo en América Latina, en Venezuela creen que siendo mansos militantes de la ley —con constituciones impuestas—, ganarán el poder con elecciones —en democracias controladas—. Por tanto, no generan iniciativas políticas contundentes que desestabilicen al régimen, fuera de lo electoral. Prefieren quejarse sin siquiera hacer de esta queja una potente bandera internacional propagandística en contra de la dictadura; salvo excepciones, entre ellas, la valiente y digna Lilian Tintori, esposa del héroe preso, y algunos más. Sin embargo, debemos leer que el socialismo del siglo XXI entró en su fase de descenso. Las acciones que fueron exitosas durante el ciclo de ascenso suelen resultar actos fallidos y desesperados, en el ciclo de descenso. Ojalá, ante los nuevos retos, finalmente brote la condición de estadistas entre los políticos venezolanos. Pues de la rapidez con que acaben la dictadura, dependerá la cantidad de sangre que derrame su pueblo.