La gran transformación del Perú ocurrirá el día en que la actual elección por lista de los congresistas sea sustituida por su elección individual, al estilo de la que se tiene en la mayoría de las democracias estables del mundo. Ambos tipos de elección tienen pros y contras, pero existe amplia evidencia empírica de que la elección individual, en general, es más recomendable –sobre todo, para un país grande y desintegrado como el Perú–. La elección por lista funciona relativamente bien solo en países pequeños e integrados, como los del norte de Europa.
La elección individual de los congresistas desalienta la fragmentación del sistema de partidos, ya que favorece solo a los principales. En la última elección parlamentaria en el Reino Unido, por ejemplo, los conservadores obtuvieron 36% y los laboristas lograron 29% de los votos; sin embargo, consiguieron 47% y 39% de los asientos en la Cámara de los Comunes, respectivamente. Los liberales demócratas y los partidos más pequeños, no obstante obtener 23% y 12% de los votos, consiguieron solo 8% y 6% de los asientos.
Al castigar a los partidos pequeños, la elección individual de los congresistas genera una representación menos pluralista, pero brinda incentivos para un desempeño más responsable, puesto que da lugar a un juego político repetitivo. La interacción continua entre un número limitado de partidos hace que sus inclinaciones facciosas sean sustituidas por actitudes más responsables. Como dijo en su reciente visita a la UPC el premio Nobel de Economía Robert Aumann – uno de los autores principales de la teoría de juegos–, “la repetición posibilita la cooperación”.
Adicionalmente, la elección individual establece un vínculo de representación nítido, permitiendo que los ciudadanos puedan monitorear mejor la conducta de los congresistas. Torsten Persson y Guido Tabellini han mostrado que ello se traduce en menos impuestos y gasto público, incluso en democracias consolidadas como las de Europa Occidental: España, Grecia e Italia eligen a sus congresistas por listas, mientras que el Reino Unido, Francia y Alemania los eligen individualmente (en este último caso, a una mitad de ellos). Así, los primeros tienden a meterse en problemas económicos más graves que los segundos.
Estos autores y Susan Rose-Ackerman, finalmente, han acreditado también que la elección individual está fuertemente asociada con menores niveles de corrupción. “El deseo de ser reelegido frena la angurria de los políticos”, ha dicho ella; sin embargo, no todos los sistemas de representación establecen posibilidades igualmente claras de monitoreo de la corrupción, ha añadido. La corrupción florece allí donde impera el aventurerismo político, como consecuencia de que no existen partidos políticos establecidos y se tiene mucha incertidumbre política.
Lamentablemente –como decía Nicolás de Piérola–, el Perú es un país de desconcertadas gentes. Toda la izquierda e incluso buena parte de la derecha coinciden en indicar que deben fortalecerse los partidos políticos; no obstante, al mismo tiempo, sostienen el sistema de elección por lista de los congresistas, que los debilita y aleja del pueblo. Ese consenso de Lima –del que no se da por enterado algún observador internacional distraído– cree que la manera de fortalecer a los partidos es meterle más la mano al bolsillo del agobiado contribuyente peruano, recurriendo al financiamiento público de los partidos.