Jorge Muñoz Wells, Alcalde de Miraflores
Gestión, 16 de diciembre de 2016
Se acaba de inaugurar los nuevos estacionamientos subterráneos de Miraflores, bajo dos calles peatonales aledañas al Parque Central de este distrito, como producto de una iniciativa privada que comenzó en enero del 2011 y que, no obstante, las múltiples trabas por las que tuvo que atravesar a lo largo de este proceso, finalmente se entregan a la comunidad.
Dicho de otra manera, a pesar de las barreras, el gran deseo de invertir por parte de los privados genera hoy una emblemática obra de infraestructura al servicio de la ciudadanía.
Hace unos días, el destacado economista Roberto Abusada reconoció que el deseo de invertir en el Perú no falta, y que se cuenta con los requisitos básicos para la inversión privada, pero esta no se da porque tenemos un “sistema administrativo que ha hecho metástasis (…) capaz de frenar cualquier plan de inversión”.
En Miraflores, durante estos seis años (léalo bien, seis años), se puso en riesgo la inversión privada debido a una serie de factores que podemos resumir en aspectos como una legislación administrativa copiosa y burocrática, fragmentación administrativa abundante con respecto de la “permisología” que involucró a tres ministerios (Cultura, Vivienda y Economía), la Municipalidad Provincial, y la propia distrital, lo que sumado al oportunismo político y la intención de trabar o traerse abajo este proyecto, terminó implicando a fiscales, jueces y a la Contraloría General de la República, entre otros.
Soy un convencido de que toda experiencia nos deja lecciones y también aprendizajes, y con esta premisa, puedo afirmar que si queremos una mejor Nación, se hace imperiosa la necesidad de hacer una verdadera “revolución administrativa” que simplifi que las cosas y haga atractivo invertir en nuestro país, y no convertir a los empresarios en kamikazes de la inversión. Solo para grafi car algunos de los pasos que el inversionista tuvo que pasar para la construcción de los mencionados estacionamientos, me permito listar esta suerte de “vía crucis de la inversión”.
Veamos, luego del proceso de selección, que no fue sencillo, se autorizó al concesionario iniciar los actos de preparación; fue sometido a un largo proceso con calicatas de por medio y procesos de rescate arqueológico de bienes, que nunca existieron para obtener un Certifi – cado de Restos Arqueológicos por parte del Ministerio de Cultura. Una vez obtenido dicho certifi cado, se tuvo que tramitar el estudio de impacto ambiental ante el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento. Posteriormente, al tocar dicha obra, en sus extremos a vías metropolitanas, se tuvo que requerir el visto bueno de la Municipalidad Metropolitana de Lima, donde nuevamente la burocracia retrasó plazos que terminaron por sobrepasar el cambio de gobierno local.
Pero aún hay más, pues luego hubo que someterse a la prueba ácida del Ministerio de Economía y Finanzas que aplicó normas retroactivas y que generaron más trabas en el proceso, sin reconocer que la iniciativa privada era autofi nanciada y un modelo de gestión que lejos de trabarse debía replicarse para así tener estacionamientos subterráneos modernos y ordenados como el de cualquier plaza o lugar del primer mundo.
Fue largo el tránsito de permisologías, cinco años de trabas burocráticas que terminaron retrasando absurdamente una obra cuyo proceso de construcción solo tomó 12 meses y 1 día para ser exactos, incluyendo la remodelación integral del parque Central de Miraflores. Ante esto, urgen los cambios.
Se dice que la gente inteligente aprende en cabeza ajena. Nosotros lo experimentamos y evidenciamos, para que con inteligencia se aprenda la lección para destrabar y seguir avanzando como país y como peruanos.