En las últimas semanas hemos visto que se ha dado una gran atención a la discreta tasa de crecimiento que seguramente registraremos este año. Se ha enfatizado que el débil desempeño económico a lo largo del 2014 ha estado vinculado a factores coyunturales (problemas de oferta en el sector minero y la baja ejecución de la inversión pública) y cíclicos (ralentización del gasto privado).
Dada la naturaleza transitoria de estos factores, seguramente su incidencia negativa sobre la actividad se irá disipando en los siguientes meses. Sin embargo, lo más importante es recordar que, por factores estructurales, el ritmo de expansión del PBI empezó a dar señales de fatiga desde hace más de tres años, e inició una gradual convergencia hacia un crecimiento tendencial más lento que en unos años podría ubicarse entre 4,5% y 5,0%.
Este menor crecimiento de “largo plazo” se explica, principalmente, por un declive de la productividad y de la competitividad del país. De acuerdo con nuestras estimaciones, el aporte promedio de la productividad al crecimiento potencial se ha reducido de manera sensible desde el 2011: la contribución promedio al crecimiento de la productividad pasó de 2,8 puntos porcentuales en el período 2003-2010 a 1,9 puntos porcentuales para los años 2011-2014. Esto quiere decir que por el declive del aporte de la productividad la economía peruana está creciendo aproximadamente un punto menos. Por el lado de la competitividad, el Índice de Competitividad Global del World Economic Forum (WEF) 2014-2015 muestra que el Perú retrocedió cuatro posiciones con relación a la medición del año previo. Aunque el informe continúa resaltando la buena posición en ambiente macroeconómico, componentes como instituciones, innovación, infraestructura y educación, todos vinculados con el crecimiento de largo plazo, siguen encontrándose muy rezagados y no presentan mejoras en los últimos años.
Con respecto a los otros dos elementos que explican el crecimiento en el largo plazo (trabajo y capital), encontramos que sus aportes se mantendrán relativamente estables en los siguientes años. Es decir, su contribución ya no será creciente, como sí lo fue durante buena parte de la década pasada.
Estimamos que el aporte conjunto de estos dos elementos al crecimiento económico será cercano a los cuatro puntos porcentuales por año en el próximo lustro. Esta proyección toma en cuenta el efecto positivo del bono demográfico sobre la contribución del trabajo (la tasa de participación laboral aumentará ligeramente en los próximos años). También considera que la acumulación del capital irá a un ritmo más moderado: el ratio de inversión bruta fija sobre PBI ya es alto (27%, similar a lo que registran economías de rápido crecimiento como las del sudeste asiático), e incrementarlo más será complicado porque requerirá de un mayor ahorro interno que, además de financiar la mayor inversión, también deberá ayudar a reducir el elevado nivel de dependencia del ahorro externo que actualmente muestra la economía peruana.
Dadas estas perspectivas, para retomar tasas de crecimiento más cercanas al 6,0%, se requiere que el aporte de la productividad se acerque a los niveles que alcanzó en la década pasada. Por lo tanto, más allá de prestar una atención excesiva a factores coyunturales y transitorios, lo importante es seguir enfocados en implementar reformas en sectores claves (como educación, salud e infraestructura) que permitan dinamizar la productividad.