Por Editorial Expreso
(12 de Mayo de 2015)
Los sectores políticos de izquierda en el país tienen una serie de prejuicios y alienaciones pero no están solos en su error. Por otro lado están aquellos que los financian desde el exterior, nada más y nada menos que desde EE.UU. y Europa. Es decir los comunistas criollos no harían tanto daño a las inversiones en el Perú, sobre todo a las mineras, si no contaran con millones de dólares donados por grupos económicos y por las ONG de dimensión global.
Pero antes debemos advertir que cuando se habla de inversión minera nadie en su sano juicio puede aceptar que se contamine alegremente el planeta, o que se atente contra la vida de las comunidades campesinas y rurales. Todos queremos más inversión pero respetando el medio ambiente y las leyes que defienden los ecosistemas naturales. De modo que somos los primeros en alzar la voz de protesta cuando las empresas mineras o petroleras, por citar estos casos, contaminan y agreden al poblador y a la naturaleza.
Sin embargo una cosa muy distinta es trabajar de forma desembozada o encubierta para boicotear la gran minería en el país, sabiendo que existe una minería ilegal que es al final la que más contamina a nuestras regiones y sobre las cuales ningún “revolucionario” o iluminado ambientalista dice esta boca es mía. Tal como ahora sucede con las ONG de derechos humanos que callan cuando un policía es asesinado a mansalva, como si vestir el uniforme de la Policía Nacional lo convirtiera en un ser humano sin derechos elementales.
En ese sentido, va nuestra crítica dirigida a algunos organismos no gubernamentales, como Grufides, que usa dinero de la cooperación internacional para promover directa o indirectamente el caos social y la violencia, así como a peligrosos dirigentes que ya han creado estilos fatales de protesta, y que no tienen otro nombre que el estilo “Pepe Julio” y la táctica de “las lentejas”, de manera que contar millones como ocurre con esas entidades al final hace a sus donantes cómplices de la muerte y el descalabro económico no solo de una región sino también de un país.
Por eso hacemos un serio llamado de atención a los gobiernos desde donde se proveen de ingentes recursos a algunas ONG que al final denigran, manosean y tergiversan la sana lucha por la defensa del medio ambiente, ya que terminan en manos de agitadores sociales que soliviantan pueblos enteros y adoctrinan a alcaldes distritales poco informados. Pero al mismo tiempo hacemos un llamado a la PCM, a la Cancillería y en particular a la APCI con el objetivo de contrarrestar este mal uso de los dineros donados mediante una muy puntual fiscalización, y queda de nuestra parte darles todo el apoyo para que cumplan su cometido.