La desaceleración de la economía desde el 2011, con tasas muy bajas en los tres últimos meses, ha puesto a flor de piel el tema de a cuánto puede aspirar crecer el país y, lo más complejo, cómo lograrlo. Sobre lo primero, quiero referirme a cuál debe ser la tasa mínima que el país debe alcanzar para que la pobreza y el desempleo (subempleo) no empiecen a subir. En ese contexto, teniendo en cuenta en el caso peruano cuánto pueden variar estas por cada punto porcentual de crecimiento (elasticidad pobreza y empleo respecto del PBI), debemos crecer como mínimo entre 3.5% y 4%, por ello la preocupación de la tasa estimada para este año, pues está en ese rango. En sentido opuesto, la tasa actual de crecimiento potencial del país está alrededor del 5.5%, la cual puede alcanzarse primero e incrementarse luego si se ejecutan las políticas, acciones y reformas adecuadas. Es decir, el cómo. Veamos.
Cuatro aspectos centrales hay que tener presentes para propender a un crecimiento alto y sostenido. Uno externo, que no controlamos, que es el contexto internacional, y tres internos, respecto de los que se tiene cierto control, que son la política macroeconómica, la productividad y la inversión. En cuanto al primero cabe indicar que en un mundo significativamente globalizado somos pasibles de impacto positivo o negativo. Por ello, solo puede señalarse la relevancia de estar oportunamente bien informado y examinar de manera constante la evolución y tendencias de las variables y mercados más críticos para nuestra economía a fin de capitalizar oportunidades y potenciales beneficios y minimizar costos.
Los aspectos internos son claves. Respecto a la política macroeconómica (fiscal, monetaria y cambiaria), es el tema menos preocupante, pues durante 24 años el Perú viene aplicando de manera consistente y con ajustes propios de la coyuntura, la misma política, que ha permitido garantizar la estabilidad, respetando los fundamentos macro, facilitando que los agentes económicos puedan asignar sus recursos y operar de manera eficiente. Empero, es una condición necesaria aunque no suficiente para lograr de manera sostenida tasas altas de crecimiento, pues ella por sí misma no afecta de manera directa la productividad, que es el elemento decisivo.
Para alcanzar nuestro potencial de crecimiento y luego incrementarlo debemos poner el énfasis en el aumento permanente de la productividad, principal impulsor del crecimiento económico de mediano-largo plazo, que abre el camino a la prosperidad. Lo sustantivo para lograrlo es realizar las reformas pendientes, como la del Estado, laboral y tributaria, a la par con las fundamentales para el capital humano, como son la reforma de la educación y la salud. Implica darle la relevancia que tiene a la innovación, ciencia y tecnología, así como buscar cerrar la brecha de infraestructura.
Una economía estable y con mejoras permanentes de productividad-competitividad es atractiva para el inversionista nacional y extranjero, siempre que el ambiente de negocios sea favorable, medido por la facilidad que tengan los agentes económicos de operar e interactuar sin trabas ni barreras burocráticas, con estabilidad jurídica y respeto a los derechos de propiedad y de autor, en un entorno seguro y sin corrupción, pues todo ello afecta los costos de operación y transacción y, en última instancia, la rentabilidad de los negocios e inversiones.
La acción simultánea sobre estos tres aspectos internos, que pueden calificarse como políticas de Estado, garantizan un crecimiento sano, alto y sostenido.