Mañana jueves 6 de febrero “vaya o no vaya el presidente Humala”, se iniciarán en el oeste de Arequipa las obras del proyecto Majes-Siguas II. El asesor de la región y ex ministro de Agricultura, Carlos Leyton, ha advertido que no habrá lugar para otra postergación.
El 26 de noviembre pasado, el Tribunal Constitucional archivó definitivamente la acción de amparo contra el proyecto interpuesta por el Gobierno del Cusco. Durante tres años –lo que va del gobierno de Ollanta Humala y un poquito más– la obra, que demandará el trabajo de 6 mil obreros, una inversión de por lo menos US$700 millones y un futuro extraordinario para el agro del sur de nuestro país, estuvo paralizada.
El presidente de la región Cusco, obedeciendo a los gestos violentos del dirigente de Tierra y Libertad y alcalde de Espinar, Óscar Mollohuanca, se opuso a su construcción; y, aun ahora, el presidente del Perú parece darle largas a la primera piedra. El último 22 de enero, Humala canceló la ceremonia de inicio de las obras porque tenía que quedarse en Lima para cargar la copa FIFA. Una copa que, por cierto, el Perú nunca ha ganado y está lejos de hacerlo porque ni siquiera vamos al próximo Mundial.
“El sur que espere”, le criticó el congresista arequipeño Juan Carlos Eguren vía Twitter.
Pero ¿por qué permitió el jefe de Estado que una irrigación con todos los estudios y el financiamiento necesarios demorara tanto? ¿Tal es el temor que le tiene a sus ex aliados de Patria Roja y Tierra y Libertad?
Gracias a la debilidad de Ollanta Humala, personajes nefastos como Óscar Mollohuanca, Gregorio Santos y Jorge Rimarachín se perciben más poderosos que el presidente de todos los peruanos.
El alcalde de Espinar sobrevive políticamente estos días, oponiéndose a Majes-Siguas II. Ha dicho que el proyecto “vulnera los derechos de su pueblo, pues no se conoce qué señala el balance hídrico trabajado en la zona” por lo que acudirá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Como si usar la tecnología para regar más de 40 mil hectáreas eriazas, en las que encontrarán trabajo formal 150 mil peruanos, en su mayoría cusqueños y arequipeños, fuera un delito de lesa humanidad.
Y lo increíble es que Mollohuanca amenaza Majes-Siguas II apoyado en la impunidad que obtuvo después de inducir a la muerte a tres humildes ciudadanos cuando su oposición era contra la explotación del cobre en la mina de Tintaya. Gregorio Santos, por su parte, ha logrado boicotear el proyecto minero Conga; en palabras del presidente Humala, “Conga es intrascendente para la historia del país”.
Mientras Ollanta Humala siga demostrando miedo a sus ex aliados, el desarrollo en el Perú y la ejecución de las grandes obras seguirán paralizadas. El gasoducto Sur Andino, por ejemplo, no conseguirá un postor hasta que no se garantice un consumidor solvente. Lo natural sería que el Perú exporte gas y energía a Chile, sobre todo ahora que se ha resuelto el diferendo marítimo con ese país. Pero si Humala le muestra miedo también a Rimarachín, el sur entero verá evaporarse el sueño del combustible barato.
Publicado en El Comercio, 5 de febrero de 2014