Carlos E. Aramburú, Antropólogo (PUCP) y Demógrafo (LSE), profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Noviembre 2015
El gobierno de la China acaba de anunciar (9/2015) un cambio en la política oficial del hijo único que regía desde 1980. China, el país más poblado del mundo con 1,375 millones de habitantes, adoptó esta política de control natal luego de la muerte de Mao (1976) en un intento de modernizar la sociedad, lograr un mayor crecimiento económico y aliviar las presiones demográficas sobre el agua, la vivienda, la salud etc. Por primera vez en la historia, una sociedad predominantemente rural y campesina intentaba una estricta política de reducción de la población. ¿Cuáles fueron los resultados y los costos de dicha política? En las frías cifras la política tuvo éxitos importantes; según cifras oficiales entre 1980-2015 se evitaron unos 400 millones de nacimientos adicionales, la fecundidad bajó de 3.6 hijos/mujer a 2hijos/ mujer en tan solo una década (1975-1985). Los incentivos a las parejas que se avenían a tener un solo hijo incluían un pago de unos $75 dólares, un subsidio mensual de $1.25 dólares, igual cantidad de tierra para cultivos privados que una familia numerosa, una ración extra de cereales equivalente a la de un adulto, créditos sin intereses, fondos de jubilación y prioridad para obtener vivienda y matrícula escolar. Se estima que el 36% de las parejas adoptaron esta política, y un 53% la de tener solos 2 hijos, en especial en las áreas rurales y en caso de que el primer hijo fuera mujer por la fuerte preferencia cultural por el hijo varón. Pero diversos estudios[1] señalan que los costos han sido considerables. Las sanciones a las parejas (mayormente urbanas) que tenían 2 o más hijos incluían multas altas, eran presionadas para abortar, se les retenía 5-10% del salario por 10 años por el tercer hijo y del 15-20% del salarios por el cuarto y quinto hijo, no se les asignaban raciones extras de cereales y los padres debían pagar todos los gastos médicos y educativos entre otros.
Si bien China logró frenar en algo su explosión demográfica, el cambio de política se debe al acelerado proceso de envejecimiento que llegará a sus niveles más altos en unos 20 años, en el exceso de varones: 34 millones más que mujeres lo que determina que China se haya convertido en un “mercado de esposas” venidas de fuera, a la reducción de un 7% en la fuerza laboral, por emigración, en infanticidios femeninos que se evidencia en que entre los menores de 1 año hay 116 niños por cada 100 niñas (la tasa normal es que nazcan 104-105 niños por cada 100 niñas). Las consecuencias culturales de la política del hijo único han sido menos trabajadas, pero cabe postular el efecto del 4-2-1; cuatro abuelos, dos padres y un solo hijo; es decir seis adultos pendientes de un solo menor, estos hijos únicos no han tenido hermanos y en una generación tampoco primos, ¿estaremos ante la generación más engreída en la historia milenaria de la China?
[1] Botton F y Cornejo, R. (1989) “La política de un solo hijo en China” en Estudios Demográficos y Urbanos 11”,Vol. 4. Num. 2, mayo-agosto. El Colegio de México. Pags. 343-376. México